11

A las dos de la madrugada me despierta el teléfono. Alargo el brazo, estiro del cable y golpeo el receptor contra la mesilla. Todavía no sé cómo, pero consigo acercármelo a la oreja. Gruño algo parecido a:

—¿Sí?

Es una voz femenina. Por un segundo, creo que es Celia, pero enseguida me doy cuenta de que no lo es.

—Kip —dice—. ¿Dormías?

—No —respondo.

—¿Te acuerdas de mí?

—Claro que me acuerdo de ti.

—He estado pensando en ti. Ha pasado mucho tiempo.

Después, me quedo pensando en la llamada. En si ha sido una coincidencia o formaba parte del plan de alguien. Sin embargo, por ahora, sólo estoy emocionado por haber escuchado su voz. Sí que ha pasado mucho tiempo.