Personajes principales

Antistio, médico de César. El personaje está inspirado en el del médico del mismo nombre, que, según Suetonio (Julio César, 82) hizo la autopsia del cuerpo del dictador asesinado. Según su testimonio, solo una de las veintitrés puñaladas fue mortal, la segunda.

Artemidoro de Cnido es un personaje inspirado en un gramático que realmente existió y que frecuentaba a Bruto y a algunos conjurados amigos de éste. El día de los idus de marzo entregó a César una nota con la relación de los conjurados que éste, empujado por el gentío, no consiguió abrir. Lo tenía aún en la mano cuando fue asesinado.

Ático Tito Pomponio, amigo íntimo de Cicerón que recibió el sobrenombre de Ático por haber pasado veinte años en Atenas durante las guerras civiles entre Mario y Sila. No se metió nunca en política, pero se dedicó siempre con pasión al estudio y esto lo mantuvo al amparo de la violencia de las luchas civiles posteriores entre Antonio y Octaviano. Fue un gran erudito, cultivador de varias disciplinas y propietario de una de las más importantes bibliotecas privadas de Roma. Dedicó a su amigo Cicerón una obra que celebraba el consulado y la victoria sobre la conjura de Catilina. Con Cicerón mantuvo una intensa correspondencia que ha llegado hasta nosotros. Tras enfermar gravemente, se dejó morir de inanición en 32 a. C., a la edad de setenta y ocho años.

Bebio Carbón, personaje imaginario. Legionario de guarnición en una posada y casa de postas. Ingenuo y poco presuntuoso, exaltado por el encuentro con el mítico centurión de más alta graduación Publio Sextio llamado el Báculo, alimenta una ambición de carrera que le lleva a contraproducentes excesos de celo, causando problemas a Rufo en el desarrollo de su misión.

Calpurnia, hija de Lucio Calpurnio Pisón Cesonino, fue la última esposa de César. Según la descripción de Plutarco (Julio César, 63), fue mujer sensata y de carácter. La víspera de los idus tuvo terribles sueños premonitorios a consecuencia de los cuales intentó de todas las formas posibles disuadir a César de que se dirigiera al Senado. Permaneció siempre fiel a la memoria del marido.

Canidio, personaje imaginario. Jefe de servicio de Bruto, se distingue por su obediencia ciega y por la perfidia en desordenar la biblioteca confiada a Artemidoro.

Casio de Parma participó en la conjura con un papel secundario. En 42 a. C. Combatió en Filipos al lado de Bruto para luego unirse a Sexto Pompeyo y, finalmente, pasarse del lado de Antonio. En 31 a. C., después de Actium, se refugio en Atenas donde fue asesinado por un sicario a las órdenes, al parecer, de Octaviano. Fue probablemente el último de los cesaricidas en morir. Fue literato de cierto mérito, citado por Horacio en Epístolas I, 4.

Cleopatra VII, unánimemente considerada una mujer de gran seducción, poseyó asimismo una notable capacidad política; fue la última reina de Egipto. Hija de Tolomeo XII, llamado Auletes, hubiera tenido que gobernar junto con su hermano y marido Tolomeo XIII, que en aquella época era menor de edad. Para salvar su poder el prefecto regio Aquila (responsable del asesinato a traición de Pompeyo) la obligó a refugiarse en Alejandría, donde se convirtió en la amante de César. De esta relación nació Tolomeo César, llamado Cesarión, para quien Cleopatra había concebido un futuro más que regio. Las desmesuradas ambiciones de la reina se vieron, sin embargo, frustradas por el asesinato de César; de vuelta a Egipto, encontró un nuevo y poderoso protector en la persona de Antonio, que se casó con ella en 37 a. C. El fatal enfrentamiento naval con Octaviano en Actium en 31 a. C. Obligó primero a Antonio y luego a Cleopatra al suicidio, dramáticamente consumado haciéndose morder por un áspid.

Décimo Junio Bruto Albino, general y amigo de César, que le nombró uno de sus herederos en su testamento. Fue uno de sus más valerosos oficiales distinguiéndose en varias campañas, desempeñando un papel importante en el asedio de Marsella como comandante de la flota. Fue pretor en los años 45 y 44 a. C. César le había designado cónsul para el año 42 a. C. Tuvo un papel determinante en la conjura de los idus de marzo, convenciendo a César, reacio por los presagios inquietantes de la noche anterior y por la oposición de Calpurnia, a dirigirse al Senado, donde fue apuñalado. Tras la guerra de Módena del año siguiente contra Antonio y, dado que su posición se había vuelto insostenible, trató de reunirse con Bruto y Casio en Macedonia, pero murió asesinado durante el trayecto.

Decio Escauro, personaje imaginario. Veterano de la Décima, sirvió a las órdenes de César, pero se pasó luego del lado de los partidarios de Pompeyo, dependiendo de Sergio Quintiliano. Trató inútilmente de detener a Publio Sextio, y, cuando ya todos los acontecimientos se habían consumado, tributó los honores militares a su ex comandante Quintiliano.

«El Descargador», personaje imaginario. Agente de los cesarianos. Perfecto conocedor de los lugares, su aspecto brutal disimula su inteligencia y capacidad de maniobra. Sin embargo, ni la fuerza ni la astucia le salvarán de ser asesinado por los sicarios de Mustela.

Gayo Casca Servilio, cesaricida. Hermano de Publio, se suicidó también tras la batalla de Filipos de 42 a. C.

Gayo Casio Longino, representante del alma más extremista de la conjura, fue, junto con Bruto, la mente organizadora de la misma. Había sido cuestor de Craso en Oriente en la guerra contra los partos (53 a. C.), y sobrevivió a la derrota de Carrhae. Posteriormente fue partidario de Pompeyo, pero, como muchos otros, se reconcilió con César obteniendo el nombramiento de praetor peregrinos en 44 a. C. Después de los idus, obtuvo del Senado el gobierno de Siria. En el 42 a. C. en Filipos, convencido de haber sido derrotado, se suicidó. Era seguidor de la filosofía epicúrea.

Gayo Trebonio, general, veterano de la guerra de las Galias, había tenido el mando en el asedio de Marsella y en la represión en Hispania contra los partidarios de Pompeyo. El año anterior a la conjura, en Narbona, había dejado al margen de esta a Antonio: fue una conversación embarazosa para ambos, visto que Antonio evidentemente había mantenido el secreto. El día de los idus, según Cicerón y Plutarco, fue él quien entretuvo con sus charlas a Antonio fuera del Senado. Gobernador en Asia, fue asesinado en Esmirna en enero de 43 a. C. Por orden de Publio Cornelio Dolabela, procónsul de Siria alineado en posiciones proantonianas.

Lucio Calpurnio Pisón Cesonino, suegro de César. Hombre de rango consular, fue un refinado pensador. A petición suya, fue abierto y leído en casa de Antonio el testamento de César.

Lucio Munacio Manco, gran oportunista, que pasó indemne durante las guerras civiles por todos los bandos. Cónsul en 42 a. C., año en que fundó Lyon, fue amigo de César, inmediatamente después de su muerte se esforzó en que fuese conjurado el riesgo de una nueva guerra civil. En los años posteriores tomó parte ya a favor de Octaviano, ya de Antonio. Suya fue la propuesta al Senado en el 27 a. C. De conceder a Octaviano el título de Augustus. Fue también un refinado literato.

Marco Antonio, cónsul con César en 44 a. C. Había nacido el 14 de enero de 84 a. C. Y tras una juventud desordenada se puso del lado de César, con quien estaba emparentado, participó en la guerra de las Galias y se reunió con él cuando pasó el Rubicón. Tras la batalla de Munda en marzo de 45 a. C., Gayo Trebonio intentó implicarlo en una conjura contra César. La rechazó, pero mantuvo el secreto. Durante las Lupercales de febrero de 44 a. C. Ofreció, con unánime testimonio de las fuentes, la corona de rey a César, quien la rechazó. Su comportamiento pareció, pues, ambiguo también durante la conjura de los idus de marzo del 44 a. C. Fue el propio Gayo Trebonio quien lo retuvo fuera del Senado mientras los conjurados asesinaban a César, salvándole de hecho la vida. Considerado un hombre impulsivo, violento y disoluto, en las horas posteriores a la muerte de César mostró una habilidad política extraordinaria que le permitió dar un vuelco a la situación en su favor en espacio de unos pocos días, obligando a los conjurados a estar a la defensiva. Al año siguiente (abril de 43 a. C.) Desencadenó la guerra de Módena contra Décimo Bruto, que gobernaba la Cisalpina. Derrotado, se reunió con Lépido en las Galias y desde ahí organizó la cumbre con Octaviano, que condujo al segundo triunvirato, a la eliminación de Cicerón, su acérrimo enemigo, y luego a la derrota de Bruto y Casio en Filipos. Tras la salida de escena de Marco Emilio Lépido, compartió el dominio del imperio con Octaviano permaneciendo en Oriente y casándose con Cleopatra, reina de Egipto. Derrotado en la batalla de Actium, en Grecia, en septiembre de 31 a. C., trató en vano de resistir a Octaviano en Alejandría y finalmente se suicidó.

Marco Emilio Lépido, de familia ilustre, en su calidad de pretor en 49 a. C. Presentó la ley que designaba a César dictador. Fue cónsul en 46 a. C. Y desempeñó el cargo de magister equitum en los años 45-44 a. C. Durante una cena en su casa la noche antes de los idus, en el curso de una discusión más bien ambigua (originada quizá por un aviso críptico) sobre el tipo de muerte que uno podía preferir, César pronunció la definición curiosamente profética de «muerte inesperada». Muerto el dictador, a sugerencia de Antonio cenó con Bruto en un intento de conversación. Tras la batalla de Módena, apoyó a Antonio, poniéndose de acuerdo con este y Octaviano para constituir el segundo triunvirato. El irresistible ascenso de Octaviano lo relegó al papel prestigioso, pero secundario, de pontífice máximo, cargo que había obtenido después de la muerte de César.

Marco Junio Bruto, pertenecía a la ilustre gens Junia, cuyo primer representante había sido Lucio Junio Bruto, quien había puesto fin a la monarquía en Roma en el ya lejano 509 a. C. Era hijo de Servilia, que fue durante muchos años la amante de César, lo que alimentó las habladurías de que podía ser hijo natural suyo. Creció bajo la influencia de Marco Poncio Catón, llamado el Uticense, exponente de las tendencias más conservadoras de la sociedad romana, que era su tío y se convertiría posteriormente en su suegro tras casarse con su hija Porcia. De formación estoica. En Farsalia se alineó con Pompeyo. Pese a haber obtenido el perdón de César y estar en buenos términos con él, representó el punto de referencia ideal de la conjura. Obligado a refugiarse en Oriente, en 42 a. C. Combatió en Filipos, donde fue derrotado por los triunviros y se suicidó. Cuenta Plutarco (Bruto, 36) que antes de la batalla fue visitado por un espantoso fantasma que le anunció la derrota.

Marco Tulio Cicerón, hombre de gran prestigio cultural, famoso orador. En 63 a. C., en su calidad de cónsul tuvo el papel central en la dura represión de la conjura de Catilina. Reducido ya en la época del primer triunvirato a un papel político de segundo plano, había sido sin mucha convicción partidario de Pompeyo, consiguiendo luego obtener el perdón de César. En el momento de la conjura mantuvo una actitud de gran prudencia. En parte tal vez porque no se hacía excesivas ilusiones acerca de la capacidad de los conjurados de restaurar las viejas instituciones republicanas. Su sustancial ambigüedad se manifestó también posteriormente al buscar la protección de Octaviano; sin embargo, le fue fatal la abierta hostilidad que había demostrado a Antonio, al que atacó violentamente en las Filípicas. En 43 a. C. Fue asesinado por los soldados de Antonio: su cabeza y sus manos cortadas fueron expuestos en los Rostros.

Mustela (comadreja), personaje imaginario. Espía, agente de los anticesarianos y sicario. Individuo peligroso y de físico desagradable, en perfecta correspondencia con su apodo. Temerario y resuelto, lucha contra el tiempo en una competición de la que no están excluidos los golpes con el centurión Publio Sextio llamado el Báculo. Logró lo que se propuso, pese a su derrota personal.

Nebula, personaje imaginario. Espía e informador. El personaje más esquivo de toda la novela, hasta el punto de confundirse con el paisaje en el que actúa: no tiene rostro, solo una voz. Y, sin embargo, su papel resulta central, puesto que sus informaciones son tan verdaderas que, de haber llegado a tiempo, habrían podido salvar la vida de César.

Petronio, figura muy secundaria de la conjura, a la que solo prestó el puñal, para ser recordado por los historiadores únicamente con el nomen. Parece que fue asesinado en Éfeso por Antonio en el 41 a. C.

Poncio Aquila Lucio, tribuno de la plebe en 45 a. C., fue el único que no se levantó durante el paso del triunfo sobre Hispania: César la tomó con él y le hizo objeto durante largo tiempo de su burla. Tras los idus fue lugarteniente de Décimo Bruto. En 43 a. C. Fue asesinado en el sitio de Módena.

Popilio Lenate, viejo senador, era amigo de Cicerón de cuya confianza gozaba, como demuestran las cartas que este le dirigió. Plutarco y Apiano atestiguan que el día de los idus se acercó a Bruto y a Casio deseándoles que llevaran a cabo su plan sin pérdida de tiempo, dado el riesgo de que algo pudiera trascender.

Porcia, mujer de Marco Junio Bruto, era hija de Marco Porcio Catón, llamado el Uticense. Fiel a los ideales conservadores republicanos, según Plutarco (Bruto, 13) era una mujer pasional y enamorada de su marido, orgullosa e inteligente. Fue consciente de la conjura.

Publio Casca Servilio estuvo presente en la fiesta de las Lupercales, en la que tuvo un comportamiento ambiguo. Fue el primero en apuñalar a César en la garganta. Tras la derrota de Filipos en 42 a. C., se suicidó.

Publio Sextio, llamado el Báculo. Centurión de la máxima graduación, fiel a César. El personaje está libremente inspirado en un centurión que existió en realidad, Sextio Publio Báculo, cuyas hazañas fueron tan heroicas que merecieron ser narradas por César en tres pasajes de Los comentarios a la guerra de las Galias. En el primer pasaje (II, 25), Báculo, cubierto de heridas, aguanta valerosamente el ataque de los nervios que están superando a la Duodécima legión; en el segundo, Sextio, que en su calidad de centurión de la más alta graduación de toda la legión forma parte del consejo de guerra, mantiene una conversación con Galba, el legado de la Duodécima, y con el tribuno militar Voluseno para responder a un ataque al campamento de invierno (III, 5); por último, en VI, 38, mientras se recupera de las heridas rechaza un ataque de los enemigos a punto de penetrar en el campamento. Muestra una fuerza de ánimo y una fidelidad casi sobrehumanas a su general, por cuya salvación afronta abnegadamente todo tipo de pruebas.

Pullus, personaje imaginario. Hijo de nadie, fue criado por el ejército, en el que creció desempeñando modestos oficios y prestando modestos servicios, dando muestras de destacar solo en una cosa: la carrera. Su energía inagotable, que le permite correr durante días y noches enteros, ligero como una pluma, sobre todo en los lugares más inaccesibles y escarpados, se demostrará inestimable a la hora de salvar la vida a sus amigos Vibio y Rufo.

Quinto Ligario es famoso por haber sido defendido por Cicerón en la Pro Quinto Ligario de la acusación de traición respecto a César. Su fin, como el de algunos otros cesaricidas de menor importancia, nos es desconocido, pero Suetonio (Julio César, 89) afirma que ninguno de los que hirieron a César le sobrevivió más de tres años, y ninguno murió de muerte natural.

Rubrio Ruga, cesaricida. Fue seguramente una figura de segundo plano en la conjura por cuanto no se tienen noticias de él. Se desconocen asimismo las circunstancias de su muerte.

Rufo, personaje imaginario. Es un joven perteneciente al cuerpo de exploradores, rubio, como cabe intuir por su nombre; también los demás rasgos ponen de manifiesto su origen celta: alto, de ojos de un azul cambiante. Su corazón está dividido aún entre la herencia de sus antepasados y el alma romana. Junto con su amigo Vibio, está comprometido hasta la exasperación en una carrera contra el tiempo para transmitir a Roma la preciosa información sobre la conjura.

Sergio Quintiliano, personaje imaginario. Partidario de Pompeyo, sobrevive a Farsalia, donde pierde a su hijo. Hombre de una pieza, movido por una especie de delirio de venganza, desarrolla un importante papel al tratar de interceptar a los mensajeros que podrían llevar a Roma la noticia de la conjura. Tiene un duro enfrentamiento con el centurión Publio Sextio, pero este tras una encarnizada pelea lo mata y lo deja en el camino.

Servilia, hermanastra de Marco Porcio Catón, llamado el Uticense. De gran personalidad, fue durante años amante de César. Suetonio (Julio César, 51) afirma, efectivamente, que él la amó más que a cualquier otra, hasta el punto de regalarle, con ocasión de su primer consulado (59 a. C.), una perla de inmenso valor: seis millones de sextercios. De su primer matrimonio con Marco Bruto, nació Marco Junio Bruto y del segundo con Décimo Junio Silano tuvo tres hijas: por ironías del destino, una se casó con Marco Emilio Lépido y otra con Casio Longino, uno de los cesaricidas.

Silio Salvidieno, personaje imaginario. Centurión de la Décima legión, ayudante de campo de César, fidelísimo al jefe, intuye los riesgos a los que este se está exponiendo y trata, inicialmente con gran prudencia, de recabar información que pueda serle de utilidad para poner sobre aviso a César, comprometiendo en ello a su médico Antistio. Finalmente llega a sospechar de Antonio, y tiene conocimiento fortuitamente de sus ambiguos lazos con Cleopatra. Descubierto y encarcelado, será liberado tras la muerte de César y elegido junto con Publio Sextio para tributar los postreros honores militares al dictador durante la ceremonia fúnebre en el Campo de Marte.

Sura, personaje imaginario. Guía montañés de pocas palabras, más bien hosco, a primera vista ambiguo, conduce a Sextio durante la angustiosa travesía nocturna por los siniestros bosques de los Apeninos.

Tilio Cimbro Lucio, inicialmente defensor de César, en 44 a. C., era propretor en Bitinia y el Ponto. Se convirtió en parte activa de la conjura; el día de los idus fue él quien dio la señal del asesinato cogiendo a César por la toga con la excusa de pedirle el perdón para su hermano desterrado. Tras varias vicisitudes, se reunió con Casio en Filipos, donde murió.

Tiro Marco Tulio, secretario de Cicerón. Esclavo en otro tiempo, había sido libertado y se había convertido en uno de los más íntimos colaboradores del orador. Literato refinado a su vez, fue editor de algunas de las obras de Cicerón; se le recuerda asimismo por haber inventado un tipo de escritura taquigráfica. Sobrevivió a su antiguo amo, muriendo casi centenario en una finca de su propiedad, cerca de Pozzuoli.

Tito Espurina, augur etrusco, es recordado por Suetonio como el que previno a César de que se guardase de un peligro inminente que se presentaría en los idus de marzo. El día fatídico, César le echó en cara que ya habían llegado los idus de marzo y no había ocurrido nada, Espurina le replicó que, si bien los idus habían llegado, no habían pasado aún.

Tolomeo César, hijo de César y de Cleopatra, al regreso de su madre a Egipto, tras la muerte de César, lo nombra corregente. Tras la batalla de Actium y el suicidio de Antonio y de Cleopatra, fue mandado eliminar por Octaviano.

Tolomeo XIII, hijo de Tolomeo XII, llamado Auletes, fue nominalmente rey de Egipto desde 51 a 47 a. C. Marido, siguiendo la tradición egipcia, de su hermana Cleopatra, hubiera tenido que compartir con ella el reino. Las intrigas de los cortesanos, entre las que predominaba el tristemente célebre Aquila que había dado muerte a traición a Pompeyo (refugiado en Egipto tras la derrota de Farsalia), provocaron la «guerra alejandrina» en la que se enfrentó a César y a Cleopatra, que se había convertido entretanto en amante de éste. Murió ahogado en el Nilo durante un enfrentamiento, dejando así a Cleopatra como única soberana de Egipto.

Vibio, personaje imaginario. Al igual que su amigo Rufo, pertenece al cuerpo de exploradores; oriundo de Apulia, representa físicamente la réplica de éste: pelo moreno y ojos negros. Vibio y Rufo, unidos por una sincera relación de camaradería, parecen encarnar la sencillez y el coraje de los pueblos itálicos.