«Mi imaginación se tornó macabra. Hablaba de “gusanos, de tumbas, de epitafios”. Me perdía en ensueños de muerte, y la idea del entierro prematuro poseía permanentemente mi espíritu. El horrible peligro al cual estaba expuesto, me obsesionaba día y noche… Cuando las torvas tinieblas se extendían sobre la tierra, presa de los más horrendos pensamientos, temblaba como los trémulos penachos de la carroza fúnebre…»

EDGAR ALLAN POE: El entierro prematuro. 1844.