Cuando se disipó la nube de tierra alzada por el coche, Ada y Jeeter volvieron al patio. La abuela seguía sobre la arena con la cara deshecha, y desde una esquina de la casa Ellie May miraba todo lo que había pasado.
—¿Está muerta ya? —preguntó Ada, mirando a Jeeter—. No se queja y no se mueve y no creo que pueda estar viva con la cara toda aplastada.
Jeeter no le contestó. Estaba demasiado ocupado pensando en su odio a Bessie para molestarse por cualquier otra cosa. Miró de nuevo a la abuela y luego atravesó el patio dirigiéndose a la parte de atrás de la casa. Ada fue a la galería y allí se volvió varias veces para mirar a mamá Lester; luego entró en la casa y cerró la puerta.
Mamá Lester trató de darse vuelta a fin de levantarse y entrar en la casa, pero no podía mover las manos o las piernas sin sentir un dolor insoportable, y le parecía que le hubiesen partido en dos la cabeza. El automóvil la golpeó con tanta violencia que no sabía lo que le había sucedido. Las dos ruedas del lado izquierdo le habían pasado por encima; una por la espalda y otra sobre la cabeza. No sabía lo que había ocurrido, pero más que nada quería incorporarse para ir a la cama. Con un esfuerzo supremo consiguió alzar la cabeza y los hombros de la arena y se dio vuelta. Luego quedó inmóvil.
Después de beber un buen trago de agua fresca en el pozo, Jeeter se dirigió a los juncales, levantando la tierra con la punta de los zapatos, para ver lo seca que estaba. Le parecía que el suelo tenía el grado de humedad conveniente para arar, pero quería estar seguro porque confiaba en que podría conseguir una mula prestada en algún lado para empezar a arar y sembrar a principios de la semana siguiente.
Mientras caminaba entre los juncales que le llegaban hasta la cintura, Lov venía corriendo por el camino del tabaco, sin aliento y con la cabeza descubierta. Tan pronto como llegó al patio empezó a llamar a gritos a Jeeter, que salió corriendo de los juncales para ver qué le ocurría.
Lov venía con el overalls negro, todo sucio, que usaba para palear carbón. Había perdido el sombrero cuando salió corriendo para ir a buscar a Jeeter, pero no quiso esperar a recogerlo; tenía erizados los rojos cabellos, que habitualmente le caían sobre los ojos.
Vio a la abuela que yacía en el patio, pero no se detuvo, y siguió corriendo hasta estar frente a Jeeter.
—¿Qué haces aquí a estas horas, Lov? —preguntó éste—. ¿Por qué no estás trabajando en el cargadero?
Lov no pudo hablar en varios minutos, hasta recuperar el aliento. Se dejó caer en el suelo, y Jeeter se sentó junto a él.
No estaban lejos del pozo. Ellie se hallaba junto al brocal bebiendo del cubo cuando Lov llegó junto a Jeeter, pero no se movió, esperando a que Lov se sentara para oír lo que decían.
—¿Qué pasa, Lov? —preguntó Jeeter—. ¿Qué ha pasado en el cargadero, que has venido corriendo con tanta prisa?
—¡Pearl… Pearl… se escapó!
—¿A dónde se ha escapado? —dijo Jeeter tranquilamente, un poco decepcionado al ver que no era algo que le interesara más—. ¿A dónde se ha marchado, Lov?
—¡Se fue a Augusta!
—¡A Augusta! —exclamó Jeeter, enderezándose—. Creía que se había escapado al monte como otras veces ha hecho. ¿Y sabes para qué se ha ido a Augusta?
—No sé nada, sino que se le ocurrió escaparse y se fue. No le hice daño para nada esta mañana, ni le hice nada, fuera de tirarla sobre la cama. Se me pudo escapar y no la he visto más.
—¿Qué estabas pensando hacerle?
—Nada. Iba solamente a atarla con unas correas para ver si podía sujetarla; se me ocurrió que tendría que quedarse en la cama si la ataba, pero pensaba soltarla en seguida.
—¿Cómo sabes que se ha escapado a Augusta? A lo mejor se ha ido otra vez al monte. ¿Te dijo que se iba a escapar a Augusta?
—A mí no me dijo nada.
—Entonces ¿qué te hace pensar que se ha ido allí en lugar de irse a algún lado del monte?
—Ni sabía que se había marchado, hasta que vino Jones Peabody al cargadero y me dijo que la había encontrado cerca de Augusta cuando volvía con el camión a Fuller. Me dijo que se había parado y le preguntó a dónde iba y si yo sabía que se había escapado de casa, pero no le contestó nada. Dijo que parecía que estuviese muerta de miedo, y en seguida vino y me lo contó, porque estaba seguro de que yo no sabría nada.
—Pearl es igual que Lizzie Belle. Lizzie Belle un día se fue a Augusta también sin decir nada a nadie. Yo no sabía nada, hasta que un día me la encontré en una calle allí, y le pregunté por qué se había escapado sin decir nada a su madre y a mí, pero no quiso hablar. Hasta entonces yo había creído que estaba por el monte, pero supe que era Lizzie Belle en cuanto la vi; llevaba unas ropas elegantes y un sombrero, pero no me engañó. Supe que era Lizzie Belle aunque no quiso hablarme, y todo ese tiempo había estado trabajando en las hilanderías. Entonces supe por qué se había ido, cuando Ada me lo dijo. Ada me dijo que Lizzie Belle quería tener vestidos bonitos y un sombrero, y por eso se escapó allá para trabajar en las hilanderías y poder conseguir esas cosas.
—Pearl nunca me dijo que quería un vestido elegante y un sombrero —dijo Lov—. Gano un dólar por día en el cargadero, y podía haberle comprado un vestido y un sombrero si me hubiese dicho que los quería. Pero Pearl nunca me decía nada…, nunca decía nada a nadie. Dormía en ese condenado jergón en el suelo y no quería contestarme cuando le decía que hiciese algo que yo quería.
—Me parece que lo mejor que puedes hacer, Lov, es dejarla. No estaba satisfecha viviendo aquí, en el camino del tabaco, y si la fueras a traer, se escaparía otra vez. Es igual a Lizzie Belle y Clara y las demás muchachas; no puedo recordar todos sus nombres en este momento, pero todas ellas eran igual, y todas querían vestidos bonitos. No estaban satisfechas con los vestidos de percal que les cosía su madre; tampoco está satisfecha Ada, pero no puede hacer nada, y las chicas salieron en eso a su madre. Conseguí que Ada dejara de decir que si quería esto o lo otro, y ya no habla de conseguir vestidos elegantes y un sombrero, fuera de un vestido para que la amortajen y entierren con él. Siempre habla de conseguir un vestido para que la entierren, pero no lo va a conseguir y ella lo sabe. Morirá y será enterrada con ese vestido de percal amarillo que lleva ahora. Le quité de la cabeza a Ada la idea de quererse escapar, pero esas chicas eran demasiadas para que pudiese cuidarlas, así que se me fueron.
—A lo mejor vuelve —dijo Lov—. ¿Crees que volverá, Jeeter?
—¿Quién…, Pearl? Hombre, no confiaría mucho en eso. Lizzie Belle se escapó y no ha vuelto más, ni tampoco han vuelto las otras.
—Me dolería perderla. Era una chica tan bonita…, esos rizos rubios que le caían por la espalda, siempre me hacían odiar el tiempo en que crecería y sería vieja. Solía sentarme en la galería para mirarla cuando se estaba peinando y cepillando el cabello en el cuarto…
—Eso es cierto —dijo Jeeter—. Pearl tenía el cabello más bonito que cualquier otra chica. Era una lástima que siempre quisiera estar sola, porque me solía gustar tenerla al lado. Ojalá Ada hubiese sido así de bonita, pero hasta cuando era chica, Ada era más fea que el pecado. Nunca he visto una mujer más fea en todos estos sitios, fuera de esa condenada predicadora, Bessie. Esos dos agujeros sucios que tiene en la cara lo descomponen a uno.
—Pearl siempre estaba mucho tiempo arreglándose, y solía tener ganas de decirle que no había en todo este lugar una muchacha que fuera la mitad de bonita, pero nunca me quería escuchar. Como he vivido tanto tiempo con ella, me he acostumbrado a verla todos los días y no sé qué voy a hacer ahora que se ha ido a Augusta. Voy a echar de menos esos rizos rubios que le caían por la espalda y esa cara tan bonita. Fuera de eso, no conozco nada más bonito para ver que mirarle a los ojos azul pálido bien temprano antes que el sol se alzara mucho y diera demasiada luz. Por la mañana temprano era la cosa más bonita que podía querer mirar un hombre, pero eran bonitos a cualquier hora del día, y a veces solía estar sentado temblando todo de ganas que tenía de apretarla fuerte. Nunca olvidaré lo bonitos que eran sus ojos por la mañana temprano, cuando salía el sol.
—¿A lo mejor te gustaría llevar a Ellie May a tu casa, Lov? —sugirió Jeeter—. No tiene un hombre y me parece que no lo va a conseguir a menos que tú te la lleves. Tú y Ellie estaban abrazándose y sobándose el otro día en el patio frente a la casa, y a lo mejor te gustaría hacerlo otra vez, ¿no?
—¿Te parece que si me fuera a Augusta y la encontrara, me dejaría que la trajese de nuevo a casa para quedarse? —dijo Lov—. ¿Crees que querría, Jeeter?
—¿Quién…, Pearl? —dijo éste—. No, no te aconsejo que hagas eso. Perderías tu trabajo en el cargadero mientras estuvieses buscándola, y es como te dije al principio; Pearl es lo mismo que Lizzie Belle y Clara y todas las otras, que se volvían locas por conseguir vestidos bonitos. Ninguna de esas hijas mías ha querido usar los vestidos de percal que cosía Ada.
—Pero Pearl…, podría pasarle algo en Augusta…
—Lizzie Belle y Clara supieron cuidarse bien, ¿no es cierto? A ninguna de ellas le pasó nada malo. Ahora, como te estaba diciendo de Ellie May; podrías llevarla a tu casa, Lov, y Ellie May se volvería loca de contento si supiera que iba para quedarse. Y no tengas miedo de que fuera a dormir en un condenado jergón en el suelo.
—Cuando miraba esos rizos rubios que le caían por la espalda, me daban a veces ganas de llorar. Le solía mirar su pelo y sus ojos tanto tiempo, que me parecía que me iba a volver loco si no la tocaba y le miraba bien adentro de los ojos. Pero ella nunca me dejaba que me acercara, y me parece que eso era lo que hacía que se me cayeran las lágrimas de los ojos. Durante un tiempo muy largo he sido el hombre más solitario de todas estas partes. Pearl era tan bonita que es un crimen que haya hecho eso.
—Ellie May tiene que conseguirse un hombre; no puede quedarse aquí todo el tiempo. Cuando yo y Ada estemos muertos, no habrá nadie que la cuide, y si se quedara sola en la casa, los negros vendrían por docenas, y la conseguirían en seguida si llegase a quedarse sola.
—El último regalo que llevé a Pearl fue un collar de piedras verdes; se lo di y ella se lo puso al cuello, y juro por Dios que así era la chica más bonita que he visto.
—Si quieres llevarte a Ellie May ahora, le diré que se lave y se prepare para marchar.
—A lo mejor me llevo a Ellie May por una temporada, y a lo mejor no. No sé todavía lo que haré con esto de Pearl. Ojalá pudiera hacerla volver.
—Ellie May tiene…
—Ellie May tiene una cara horrible —dijo Lov—, y no creo que me gustaría estar mirándola todo el tiempo.
—Ya te irías acostumbrando poco a poco —dijo Jeeter—. A mí no me molesta nada ahora; me acostumbré a mirar la hendidura y ahora ya no me llama la atención.
Ellie May estaba detrás de otro amole en ese momento; se había pasado de uno a otro mientras hablaban, y se había acercado para escuchar lo que decían.
Poco después, Lov volvió la cabeza y la miró, pero Ellie May escondió la cabeza detrás del tronco del árbol, antes de que pudiese verle la cara.
—Tengo que volver al cargadero —dijo Lov—. El tren de carga de la tarde no va a tardar en llegar, y siempre me vacía todos los cubos, y tengo que volver a llenarlos antes de que llegue el de pasajeros. Arman un escándalo cuando los cubos están vacíos porque el tren tiene que esperar hasta que los llene.
Ambos, dando vuelta a la casa, marcharon hacia el patio de delante. Ninguno había vuelto a pensar en mamá Lester, hasta que la vieron otra vez, sobre la arena. Yacía boca abajo, con la cara destrozada pegada al suelo, pero se había aproximado varios pies a la casa.
—¿Qué le pasó? —preguntó Lov.
—Dude y Bessie le pasaron por encima con el coche nuevo al marcharse. Estaban tratando de escaparse antes de que le pegara de nuevo a Bessie, y le pasaron por encima. Estoy bien harto de esa predicadora ahora, y no le dejaré que pise nunca más mi tierra. Me trató mal con el coche nuevo; no quería dejarme salir con ella para nada.
Lov se acercó al sitio en que se encontraba sobre la arena la abuela. Había dejado de sangrar y no hacía ruido alguno.
—Parece que está muerta —dijo—. ¿Está muerta, Jeeter?
Jeeter miró y con el pie le movió uno de los brazos.
—No está dura todavía, pero no creo que viva. Ayúdame a sacarla al campo y abriré una zanja para enterrarla.
Llevaron el cuerpo de la anciana, tomándolo de las manos y pies, y lo depositaron en el juncal. Jeeter volvió a buscar una pala en el granero.
—Piensa lo que te he dicho de Ellie May —dijo—. Te la mandaré a casa a tiempo para que te pueda hacer la comida esta noche. Ellie May no te tratará mal como hizo Pearl, y no dormirá en un condenado jergón sobre el suelo.
Lov se volvió por el camino del tabaco, hacia el cargadero de carbón. Iba arrastrando los pies y los zapatos se le llenaban de arena, y se alejó sin mirar atrás ni una sola vez.
Jeeter marchó al juncal con la pala y empezó a excavar una fosa para enterrar a su madre. Estuvo cavando la tierra durante diez o quince minutos, y luego llamó a Ellie May. La chica se había quedado en el patio detrás de un amole, esperando que Jeeter le dijera que marchase a casa de Lov.
—Lávate la cara y vete a casa de Lov y arréglasela —le dijo, apoyándose fatigado sobre el mango de la pala—. Volverá a casa a comer esta noche y le cocinas lo que él te diga.
Ellie corrió a la casa antes de que Jeeter acabara de darle sus instrucciones. No podía esperar más.
Jeeter siguió cavando y agrandando la fosa.
Antes de haber pasado cinco minutos, Ellie May salió de la casa, corriendo hacia el camino. Jeeter tiró la pala y corrió tras ella, llamándola:
—Vuelve aquí por la mañana, después que Lov haya ido al trabajo, y trae algo de comida, ¿oyes? —le gritó—. Lov gana un dólar por día en el cargadero, y tiene para comprar comida de sobra. Yo y tu madre no tenemos nada aquí y a veces sentimos bastante hambre. Recuerda eso.
Ellie May había atravesado el patio y corría por el camino del tabaco con toda la rapidez de que era capaz. Antes de que Jeeter pudiera decirle nada más, ya estaba a cien metros de distancia. Quería haberle dicho que también le trajera un overalls de Lov al día siguiente, cuando volviera con la comida. Pero parecía tener tanta prisa en llegar a la casa de Lov que la dejó marchar. Al otro día podría hacer otro viaje para traer el overalls.