CXCIX

Nicaragua

Del Cabo Blanco a Chorotega cuentan ciento y treinta leguas de costa, que descubrió y anduvo Gil González de Avila el año 1522. Están en aquel trecho, golfo de Papagayos, Nicaragua, la Posesión y la bahía de Fonseca; y antes de Cabo Blanco está el golfo de Ortiña, que también llaman de Guetares, el cual vio y no tocó Gaspar de Espinosa, y por eso decían él y Pedrarias que Gil González les había usurpado aquella tierra. Armó, pues, Gil González en Tararequi cuatro carabelas, abasteciólas de pan, armas y mercería, metió algunos caballos y muchos indios y españoles, llevó por piloto a Andrés Niño y partió de allí a 26 de enero del año sobredicho. Costeó la tierra que digo, y aun algo más, buscando estrecho por allí que viniese a este otro mar del Norte, ca llevaba instrucción y mandado para ello del Consejo de Indias. Andaba entonces el pleito y negocio de la especiería caliente, y deseaban hallar por aquella parte paso para ir a los Malucos sin contraste de portugueses, y muchos decían al rey que había por allí estrecho, según el dicho de pilotos. Así que buscó con gran diligencia, hasta que comió los bastimentos y se le comieron los navíos de broma. Tomó posesión de aquella tierra por el rey de Castilla, en el río que llamó de la Posesión; y en gracia del obispo de Burgos, que le favorecía, como presidente de Indias, nombróla bahía de Fonseca, y a una isla que allí dentro está, Petronila, por causa de su sobrina. Del puerto de San Vicente fue a descubrir Andrés Niño, y entró Gil González por la tierra adentro con cien españoles y cuatro caballos, [289] y topó con Nicoian, hombre rico y poderoso; requirióle con la paz, y fue bien recibido. Predicóle y convirtióle; y así el Nicoian se bautizó con toda su casa, y por su ejemplo se convirtieron y cristianaron en diez y siete días casi todos sus vasallos. Dio Nicoian a Gil González catorce mil pesos de oro de trece quilates, y seis ídolos de lo mismo, no mayores que palmo, diciendo que se los llevase, pues nunca más los tenía de hablar ni rogar como solía. Gil González le dio ciertas brujerías. Informóse de la tierra y de un gran rey llamado Nicaragua, que a cincuenta leguas estaba y caminó allá. Envióle una embajada, que sumariamente contenía fuese su amigo, pues no iba por hacerle mal; servidor del emperador, que monarca del mundo era, y cristiano, que mucho le cumplía, y si no, que le haría guerra. Nicaragua, entendiendo la manera de aquellos nuevos hombres, su resoluta demanda, la fuerza de las espadas y la braveza de los caballos, respondió, por cuatro caballeros de su corte, que aceptaba la amistad por el bien de la paz, y aceptaría la fe si tan buena le pareciese como se la loaban. Y así, acogió pacíficamente los españoles en su pueblo y casa, y les dio veinte y cinco mil pesos de oro bajo, y mucha ropa y plumajes. Gil González le recompensó aquel presente con una camisa de lienzo, un sayo de seda, una gorra de grana y otras cosas de rescate que le contentaron, y le predicó, juntamente con un fraile de la Merced, de la fe de Cristo, reprobando la idolatría, borrachez, bailes, sodomía, sacrificio y comer de hombres; por lo cual se bautizó con toda su casa y corte y con otras nueve mil personas de su reino, que fue una gran conversión, aunque algunos dijeron no ser bien hecha; pero bastábales creer de corazón. De cuantas cosas Gil González dijo holgaron Nicaragua y sus caballeros, sino de dos, que fue una no hiciesen guerra, y otra que no bailasen con borrachera, ca mucho sentían dejar las armas y el placer. Dijeron que no perjudicaban a nadie con bailar ni tomar placer, y que no querían poner al rincón sus banderas, sus arcos, sus cascos y penachos, ni dejar tratar la guerra y armas a sus mujeres, para hilar ellos, tejer y cavar como mujeres y esclavos. No les replicó a esto Gil González, ca los vio alterados; mas hizo quitar del templo grande todos los ídolos y poner una cruz. Hizo fuera del lugar un humilladero de ladrillos con gradas; salió en procesión, hincó allí otra cruz con muchas lágrimas y música, adoróla subiendo de rodillas las gradas, y lo mismo hicieron Nicaragua y todos los españoles e indios, que fue una devoción harto de ver.