Tararequi, isla de perlas
Gaspar de Morales fue, año de 15, al golfo de San Miguel con ciento y cincuenta españoles, por mandado de Pedrarias, en demanda de la isla Tararequi, que tan abundante de perlas decían ser los de Balboa, y tan cerca la costa. Juntó muchas canoas y gente que le dieron Chiape y Tamucho, amigos de Vasco, y pasó a la isla con sesenta españoles. Salió el señor de ella a estorbarle la entrada con mucha gente y grita; peleó tres veces, igualmente que los nuestros, y a la cuarta fue desbaratado, y quisiera rehacerse para defender su isla; empero dejó las armas e hizo paz con Morales por consejo y ruego de los indios del golfo, que le dijeron ser invencibles los barbudos, amorosos con los amigos y ásperos con los enemigos, según lo habían mostrado a Ponca, Pocorosa, Cuareca, Chiape, Tumaco y a otros grandes caciques que se tomaron con ellos. Hechas, pues, las amistades, llevó el señor los españoles a su casa, que grande y buena era, dióles bien de comer, y una cesta de perlas, que pesaron ciento y diez marcos. Recibió por ellas algunos espejos, sartales, cascabeles, tijeras, hachas y cosillas de rescate, que las tuvo en más que tenía las perlas. Subiólos a una torrecilla y mostróles otras islas, tierras ricas de perlas y no faltas de oro, diciendo que todas las tenían a su mandar siempre que sus amigos fuesen. Bautizáse, y llamóse Pedrarias por tener el nombre del gobernador, y prometió de dar tributo al emperador, en cuya tutela se ponía, cien marcos de perlas en cada un año; y con tanto, se volvieron al golfo de San Miguel, y de allí al Darién. Está Tararequi en cinco grados de la Equinoccial a nosotros. Abunda de mantenimientos, de pesca, aves y conejos; de los cuales hay tantos en poblado y despoblado, que a manos los toman. Hay unos árboles olorosos que tiran a especias, por lo cual creyeron estar cerca de allí la Especiería; y así, hubo quien pidiese el descubrimiento de ella para ir a su costa por allí a buscarla. Había gran pesquerías de perlas, y eran las mayores y mejores del Mundo Nuevo. Muchas de las perlas que dio el cacique eran como avellanas, otras como nueces moscadas, y una hubo de veinte y seis quilates, y otra de treinta y uno, hechura de Cermeña, muy oriental y perfectísima, que compró Pedro del Puerto, mercader, a Gaspar de Morales en mil doscientos castellanos; el cual no pudo dormir la noche que la tuvo, de pensamiento y pesar por haber dado tanto dinero por una piedra; y así, la vendió luego el siguiente día a Pedrarias de Avila, para su mujer, doña Isabel de Bobadilla, en lo mismo que le costó; y después la vendió la Bobadilla a la emperatriz doña Isabel. [287]