La calidad y temple del Perú
Llaman Perú todas aquellas tierras que hay del mismo río al Chili, y que nombrado habemos muchas veces en su conquista y guerras civiles, como son Quito, Cuzco, Charcas, Puerto-Viejo, Túmbez, Arequipa, Lima y Chili. Divídenlo en tres partes: en llano, sierras y Andes. Lo llano, que arenoso es y muy caliente, cae a orillas del mar; entra poco en la tierra, pero extiéndese grandemente por junto al agua. De Túmbez allá no llueve ni truena ni echa rayos en más de quinientas leguas de costa y diez o veinte de tierra que duran los llanos. Viven aquí los hombres en las riberas de los ríos que vienen de las sierras, por muchos valles, los cuales tienen llenos de frutales y otros árboles, bajo cuya sombra y frescura duermen y moran, ca no hacen otras casas ni camas. Críanse allí cañas, juncos, espadañas y semejantes yerbas de mucha verdura para tomar por cama, y unos arbolejos cuyas hojas se secan en tocándolas con la mano. Siembran algodón, que de suyo es azul, verde, amarillo, leonado y de otras colores; siembran maíz, y batatas y otras semillas y raíces, que comen, y riegan las plantas y sembrados por acequias que sacan de los ríos, y cae también algún rocío. Siembran asimismo [279] una yerba dicha coca, que la precian más que oro ni pan, la cual requiere tierra muy caliente, y tráenla en la boca todos y siempre, diciendo que rnata la sed y el hambre: cosa admirable si verdadera. Siembran y cogen todo el año; no hay lagartos o cocodrilos en los ríos ni costa de estos llanos de Lima allá; y así, pescan sin miedo y mucho. Comen crudo el pescado, que así hacen la carne por la mayor parte; toman muchos lobos marinos, que los hallan buenos de comer, y límpianse los dientes con sus barbas, por ser buenas para la dentadura; y aun dicen que quitan el dolor de muelas los dientes de aquellos lobos, si los calientan y los tocan. Comen estos lobos piedras, puede ser que por lastre; los buitres matan también estos lobos cuando salen a tierra, que mucho es de ver, y se los comen. Acometen a un lobo marino muchos buitres, y aun dos solamente se atreven; unos lo pican de la cola y pies, que todo parece uno, y otros de los ojos, hasta que se los quiebran, y así lo matan después de ciego y cansado. Son grandes los buitres, y algunos tienen doce y quince y aun diez y ocho palmos de una punta de ala a otra. Hay garzas blancas y pardas, papagayos, mochuelos, pitos, ruiseñores, codornices, tórtolas, patos, palomas, perdices y otras aves que nosotros comemos, excepto gallipavos, que no crían de Chira o Túmbez adelante. Hay águilas, balcones y otras aves de rapiña, y de muy extraño y hermoso color; hay un pajarico del tamaño de cigarra, con linda pluma entre colores, que admira la gente; hay otras aves sin pluma, tan grandes como ansarones, que nunca salen del mar; tienen empero un blando y delgado vello por todo el cuerpo. Hay conejos, raposas, ovejas, ciervos y otros animales, que cazan con redes y arcos y a ojeo de hombres, trayéndolos a ciertos corrales que para ello hacen. La gente que habita en estos llanos es grosera, sucia, no esforzada ni hábil; viste poco y malo; cría cabello, y no barba, y corno es gran tierra, hablan muchas lenguas. En la sierra, que es una cordillera de montes bien altos y que corre setecientas y más leguas, y que no se aparta de la mar quince, o cuando mucho veinte, llueve y nieva reciamente, y así es muy fría. Los que viven entre aquel frío y calor son por la mayor parte tuertos o ciegos, que por maravilla se hallan dos personas juntas que la una no sea tuerta. Andan rebozados y tocados por esto, y no por cubrir, como algunos decían, unos rabillos que les nacían al colodrillo. En muchas partes de esta fría sierra no hay árboles, y hacen fuego de cierta tierra y céspedes que arden muy bien. Hay sierras de colores, como es Parnionga, Guarimei; unas coloradas, otras negras, de que sin otra mezcla hacen tinta; otras amarillas, verdes, moradas, azules, que se divisan de lejos y parecen muy bien. Hay venados, lobos, osos negros, y unos gatos que parecen hombres negros. Hay dos suertes de pacos, que llaman los españoles ovejas, y son, como en otro cabo dijimos, unas domésticas y otras silvestres. La lana de las unas es grosera, y de las otras fina, de la cual hacen vestidos, calzado, colchones, mantas, paramentos, sogas, hilo y la borla que traen los incas. Tienen grandes hatos y granjería de ellas en Chincha, Caxamalca y otras muchas tierras, y las llevan y traen de un extremo a otro corno los de Soria y Extremadura, Críanse nabos, altramuces, acederas y otras yerbas de comer, y una como [280] apio de flor amarilla que sana toda llaga podrida, y si la ponen donde no hay mal, come la carne hasta el hueso; y así, es buena para lo malo y mala para lo bueno. No tengo qué decir del oro ni de la plata, pues donde quiera se halla. En los valles de la sierra, que son muy hondos, hay calor y se hace la coca y otras cosas que no quieren tierra fría. Los hombres traen camisas de lana y hondas ceñidas por la cabeza sobre el cabello. Tienen más fuerza, esfuerzo, cuerpo, razón y policía que los del llano arenoso. Las mujeres visten largo y sin mangas, fájanse mucho y usan mantellinas sobre los hombros, prendidas con alfileres cabezudos de oro y plata, a fuer del Cuzco. Son grandes trabajadoras y ayudan mucho a sus maridos; hacen casas de adobes y madera, que cubren de uno como esparto. Estas son asperísimas montañas, si las hay en el mundo, y vienen de la Nueva España, y aun de más allá, por entre Panamá y el Nombre de Dios, y llegan al estrecho de Magallanes. De aquellos, pues, nacen grandísimos ríos, que caen en la mar del Sur, y otros mayores en la del Norte, como son el río de la Plata, el Marañón y el de Orellana, que aún no está averiguado sí es el mismo Marañón. Los Andes son valles muy poblados y ricos de minas y ganado; pero aún no hay de ellos tanta noticia como de las otras tierras.