El robo que los Contreras hicieron a Gasca volviendo a España
Diose Gasca muy gran prisa y maña, después que castigó a Pizarro y a los otros revoltosos y bandoleros, a poner en concierto la justicia, a gratificar los soldados, a tasar los tributos, a recoger dineros y a dejar la gente y tierra llana, pacífica y mejorada para volverse a España: cosa que mucho deseaba. Embarcó millón y medio para el rey, y otro tanto y más de particulares, y fuése a Panamá; dejó allí seiscientos mil pesos por no tener en qué llevarlos, y caminó al Nombre de Dios. Llegaron luego a Panamá con doscientos soldados españoles dos hijos de Rodrigo de Contreras, gobernador de Nicaragua, y tomaron aquellos seiscientos mil castellanos que Gasca dejó y cuanto más dineros y ropa pudieron, entrando por fuerza en la ciudad y en las casas. El uno de ellos se fue con la presa en dos o tres naos, y el otro echó tras Gasca por quitarle todo el oro y plata que llevaba, y la vida: tan ciego y soberbio estaba. Habían estos Contreras muerto al obispo de Nicaragua, fray Antonio de Valdivieso, porque escribió mal de su padre a Castilla, donde andaba en negocios. Andaban homicianos, pobres y huidos; recogieron los pizarristas que iban huyendo de Gasca y otros perdidos, y [278] acordaron de hacer aquel asalto por enriquecer, diciendo que aquel tesoro y todo el Perú era suyo y les pertenecía como a nietos de Pedrarias de Avila, que tuvo compañía con Pizarro, Almagro y Luque, y los envió y se alzaron: color malo, empero bastante para traer a ruines a su propósito. En fin, ellos hicieron un asalto y hurto calificado si con él se contentaran, aunque no escaparan de las manos del rey, que alcanzan mucho. Supo Gasca lo uno y lo otro de vecinos de Panamá, puso en cobro el tesoro y volvió con gente. Peleó con los de Contreras y venciólos; prendió y justició cuantos quiso. Huyó el Contreras, y ahogóse cerca de allí pasando un río. Despachó Gasca naos tras el otro Contreras bien armadas de tiros y arcabuceros; los cuales se dieron tan buena diligencia y cobro, que lo alcanzaron. Tomáronle las naos y los dineros peleando, mataron cuantos con él iban, sino fueron diez o doce, en el combate y justicia que luego hicieron, y así cobró Gasca su hurto y castigó los ladrones: cosas tan señaladas como dichosas para su honra y memoria. Embarcóse con tanto en el Nombre de Dios y llegó a España por julio del año de 1550, con grandísima riqueza para otros y reputación para sí. Tardó en ir y venir y hacer lo que habéis oído poco más de cuatro años. Hízolo el emperador obispo de Palencia y llamólo a Augusta, de Alemaña, para que le informase a boca y entera y ciertamente de aquella tierra y gente del Perú.