Otras consideraciones
Comenzaron los bandos entre Pizarro y Almagro por ambición y sobre quién gobernaría el Cuzco; empero crecieron por avaricia y llegaron a mucha crueldad [277] por ira y envidia; y plega a Dios que no duren como en Italia güelfos y gibelinos. Siguieron a Diego de Almagro porque daba, y a Francisco Pizarro porque podía dar. Después de ambos muertos, han seguido siempre al que pensaban que les daría más y presto. Muchos han dejado al rey porque no les tenía de dar, y pocos son los que fueron siempre leales, ca el oro ciega el sentido, y es tanto lo del Perú, que pone admiración. Pues así como han seguido diferentes partes, han tenido doblados corazones y aun lenguas; por lo cual nunca decían verdad sino cuando hallaban malicia. Corrompían los hombres con dineros para jurar falsedades; acusaban unos a otros maliciosamente por mandar, por haber, por venganza, por envidia y aun por su pasatiempo; mataban por justicia sin justicia, y todo por ser ricos. Así que muchas cosas se encubrieron que convenía publicar y que no se pueden averiguar en tela de juicio, probando cada uno su intención. Muchos hay también que han servido al rey de los cuales no se cuenta mucho, por ser hombres particulares y sin cargos; que aquí solamente se trata de los gobernadores, capitanes y personas señaladas, y porque sería imposible decir de todos, y porque les vale más quedar en el tintero. Quien se sintiere, calle, pues está libre y rico; no hurgue por su mal. Si bien hizo y no es loado, eche la culpa a sus compañeros; y si mal hizo y es mentado, échela a sí mismo.