Como Gasca paso el río Apurima sin contraste
Partió Gasca de Andagoalas por marzo, y pasó la puente de Abancay con increíble alegría de todo su ejército. Llevaba buen concierto y consejo de guerra, y mucha reputación con los obispos del Perú, y grandes espías, que dijeron cómo los enemigos habían quebrado las puentes de Apurima, que a veinte leguas está del Cuzco. Llegó, pues, al río y mandó traer madera y rama para hacer puentes, lo cual trajeron los indios con presteza y voluntad, aunque lloviendo. Era el río trescientos pies de ancho, y no bastaban vigas; era hondo, y no había manera de hincar postes; y por eso hicieron muchas criznejas de vergaza, que son unas largas y gordas maromas como [267] sogas de noria, las cuales atravesadas sirven de puente. Parecióles que sería bien, para encubrir su intención, comenzar tres puentes: una en el camino real; otra en Cotabamba, doce leguas el río arriba; otra más arriba, en ciertos pueblos de don Pedro Puertocarrero. Fueron a Cotabamba para pasar por allí, y cegaron algunos en la sierra, que nevada estaba. Contradijeron aquel paso algunos capitanes, especialmente Lope Martín, dando razones cómo era mejor pasar el río más arriba. Fueron a verlo Pedro de Valdivia, Diego de Mora, Gabriel de Rojas y Francisco Hernández Aldana; y como dijeron ser mejor, hiciéronlo. Lope Martín, que guardaba la ribera y criznejas, corno supo que llegaba el campo, echó las maromas sin que se lo mandasen. Y ya que atadas tenía tres de ellas a la otra parte, cargaron los indios y velas de Pizarro y cortaron o quemaron las dos sin mucha contradicción; y avisaron de ello a Pizarro, llevándole treinta cabezas de españoles que habían muerto, según dicen. Gasca y todos recibieron gran pesar con tal nueva. Aguijaron con la infantería para remediar aquel error, y en llegando hizo Gasca pasar en balsas a los capitanes de arcabuceros, y luego piqueros y algunos caballos. Hartos pasaron a nado por sí y en sus caballos. Corno iban pasando iban atando criznejas; y como nadie los estorbaba, hicieron la puente aquella noche y el día siguiente, por la cual pasó después a salvo todo el resto del ejército. Muchos pasaron a gatas aquella noche por las criznejas: tanta gana lo tenían, o tanta prisa Gasca les daba; y fue maravilla no caer, que hacía oscuro, aunque la oscuridad les valería para no desvanecer mirando el agua. Era muy agra la ribera por ambas partes, y mucha la prisa de pasar; y así, cayeron algunos rempujándose unos a otros, de los cuales se ahogaron hartos que no sabían ni podían nadar con la gran corriente del río; y también se ahogaron muchos caballos, que todo fue gran pérdida para tal tiempo. Mas pasar fue vencer. No se puede decir el alegría que todos tenían en haber ganado el río, muralla de los enemigos, y en no ver gente de Pizarro por allí. Fue don Juan de Sandoval a reconocer un gran cerro que a vista era y áspero de subir; y como vacío estaba, ocupáronlo a la hora Hinojosa y Valdivia con buen golpe de gente, donde, si Juan de Acosta, que venía con cincuenta de caballo arcabuceros, llegara más presto y trajera mayor compañía, los pudiera fácilmente deshacer, según iban cansados de subir legua y media de cuesta. Mas como trajese pocos, tornó por más, y entretanto casi pasaron todos y doce piezas de artillería, y se pusieron en lo alto del cerro.