En lo que Pizarro entendió tras esta victoria
Otro día después de la victoria envió Pizarro a Juan de la Torre con treinta arcabuceros de caballo al Cuzco tras los vencidos, y a Diego de Caravajal el Galán con otros tantos a Arequipa, y a Dionisio de Bobadilla con otros treinta a los Charcas, para recoger la gente y tener los caminos; y él, tomando el despojo, caminó para el Cuzco por el Desaguadero con todo el ejército. Mas primero hizo matar al capitán Olea porque se pasó a Centeno. Justiciaron también otros cuatro o cinco, y Francisco de Caravajal se alabó haber muerto por su contentamiento, el día de la batalla, cien hombres, y entre ellos un fraile de misa; crueldad suya propia, si ya no lo decía por gloria de la victoria, que se atribuía el vencimiento a sí; todo es de creer, pues era batalla civil y peleaban unos hermanos contra otros. En Pucarán hubieron enojo Pizarro y Cepeda sobre tratar del concierto con Gasca, diciendo Cepeda ser entonces tiempo y trayéndole a la memoria que se lo había prometido en Arequipa. Pizarro, siguiendo el parecer de otros y su fortuna, dijo que no convenía, porque tratando en ello se lo tendrían a flaqueza y se le irían los que allí tenía, y le faltarían los muchos amigos que con Gasca estaban. Garcilaso de la Vega con algunos fueron del parecer de Cepeda. En Juli, lugar del rey, mataron a Bachicao, y Francisco de Caravajal se fue a Arequipa por el camino de la mar, entendiendo que huyera por allí Diego Centeno, y para traer las mujeres al Cuzco, por que no avisasen con indios a sus maridos que andaban con Gasca, y por que se viniesen ellos a ellas. Entró Pizarro en el Cuzco con gran admiración del pueblo; ahorcó a Herrezuelo, al licenciado Martel, a Juan Vázquez y otros, con acuerdo de sus letrados. Puso mucha guarda en todo, y aun quiso enviar a Juan de Acosta con doscientos de caballo, arcabuceros, a dar en Gasca, publicando que iban todos contra él, para que no se le fuese nadie. Hizo muchos arcabuceros y seis piezas de artillería, muchas armas de fierro y muchas picas. En fin, el atendió más a labrar armas que a ganar voluntades. Trajo Caravajal las mujeres de Arequipa y otros muchos, y todo el oro, plata y piedras que pudo sacar, ca tan amigo era de robar como de matar; y así dicen que despojó toda aquella tierra sin que Pizarro hablase. Mas el lobo y la vulpeja todos eran de una conseja. [265]