CLXXIX

Los muchos que se alzaron contra Pizarro, sabiendo que Gasca tenía la flota

Hubo gran mudanza en los del Perú cuando supieron la negociación de Gasca y la buena manera que tenía y usaba, y mayor con los despachos que llevó Paniagua; y así se levantaron muchos luego que supieron cómo Hinojosa había entregado a Gasca la armada; entre los cuales fue Diego de Mora, en Trujillo, que se fue a Caxamalca, donde recogió gran compañía de hombres [260] que huyeron de Pizarro, y envió cartas de Gasca y de otros, que Aldana le dio, a muchos pueblos, para que tuviesen por el rey. Gómez de Alvarado, de Zafra, se alzó en Levanto de Chachapoyas, y Juan de Saavedra, que estaba en Guanuco, y Juan Porcel, que de los Chiquimayos iba a Los Reyes, los de Guamanga con otros, y todos se juntaron con Diego de Mora en Caxamalca. También se alzaron Alonso Mercadillo en Zarza, y Francisco de Olmos en Guayaquil, matando a Manuel de Estacio, que por Pizarro estaba, y Rodrigo de Salazar en Quito, dando de puñaladas a Pedro de Puelles, que pensaba declararse otro día por el rey, según dijera Diego de Urbina. Diego Álvarez de Almendral se alzó con hasta veinte compañeros cerca de Arequipa, y llamó a Diego Centeno, que aún se estaba escondido en ciertos pueblos de Cornejo, como en otra parte se dijo. Centeno se fue alegremente con Luis de Ribera a Diego Álvarez, y en breve se le juntaron más de cuarenta españoles, y entre ellos algunos de caballo que andaban remontados, holgando que Centeno fuese parecido. Fueron todos al Cuzco para levantarlo por el rey; Antonio de Robles desde que lo supo se puso en la plaza con trescientos hombres que tenía para llevar a Pizarro, pensando que traía muchos Centeno, pues osaba tal cosa. Centeno entró de noche secretamente y salteó los enemigos. Murieron seis o siete peleando, y él quedó herido. Interpuso su autoridad el obispo fray Juan Solano, y diéronse los que al rey querían; cortó en amaneciendo la cabeza a Antonio de Robles, y hubo los demás. Dejó por el rey la ciudad, y fue a los Charcas sobre Alonso de Mendoza y Juan de Silvera, que con cuatrocientos hombres estaban en la Plata, de camino para Gonzalo Pizarro; el Mendoza y Silvera se fueron para él, por lo que les escribió y por ver que llevaba cerca de quinientos españoles. Como Diego Centeno los tuvo en su ejército, fue a poner real en el desaguadero de Tiquicaca, para esperar lo que Gasca hacer le mandase.