Que Gonzalo Pizarro se quiso llamar rey
Nunca Pizarro, en ausencia de Francisco de Caravajal, su maestre de campo, mató ni consintió matar español sin que todos o los más de su consejo lo aprobasen, y entonces con proceso en forma de derecho, y confesados primero. Mandó con prisiones que no cargasen indios, que era una de las ordenanzas, ni rancheasen, que es tomar a los indios su hacienda por fuerza y sin [253] dineros, so pena de muerte. Mandó asimismo que todos los encomenderos tuviesen clérigos en sus pueblos para enseñar a los indios la doctrina cristiana, so pena de privación del repartimiento. Procuró mucho el quinto y hacienda del rey, diciendo que así lo hacía su hermano Francisco Pizarro. Mandó que de diez se pagase uno solamente, y que, pues ya no había guerra, muerto Blasco Núñez, que sirviesen todos al rey, por que revocase las ordenanzas, confirmase los repartimientos y les perdonase lo pasado. Todos entonces loaban su gobernación, y aun Gasca dijo, después que vio los mandamientos, que gobernaba bien para ser tirano. Este buen gobierno duró, como al principio dije, hasta que Pedro de Hinojosa entregó la armada a Gasca, que fue poco tiempo; que después muy al revés anduvieron las cosas, ca escribieron a Pizarro Francisco de Caravajal y Pedro de Puelles que se llamase rey, pues lo era, y no curase de enviar procuradores al emperador, sino tener muchos caballos, coseletes, tiros y arcabuces, que eran los verdaderos procuradores, y que se aplicase a sí los quintos, pueblos y rentas reales, y los derechos que Cobos, sin merecer los llevaba. No le pesó de esto a Pizarro, ca todos querían ser reyes; mas no osó declararse por rey, aunque muchos otros lo acosaban por ello, a causa de algunos grandes amigos suyos que se lo afeaban, o por esperar que viniese Caravajal de los Charcas y Puelles de Quito, que eran los que lo habían de haber. Entonces no salía nadie del Perú sin su licencia, ni sacaba oro ni plata sin perder la vida. Mataban sin justicia ni confesión; quitaban las vidas por las haciendas; quitaron los derechos de la escobilla a Cobos, que valían treinta mil castellanos. Unos decían que no darían al rey la tierra si no les daba repartimientos perpetuos; otros, que harían rey a quien les pareciese, que así habían hecho en España a Pelayo y Garci Jiménez; otros, que llamarían turcos si no daban a Pizarro la gobernación del Perú y soltaban a su hermano Fernando Pizarro; y todos, en fin, decían cómo aquella tierra era suya y la podían repartir entre sí, pues la habían ganado a su costa, derramando en la conquista su propia sangre.