CLXIX

Lo que hizo Pedro de Hinojosa con la armada

Eran tantas las quejas que daban a Pizarro sobre los agravios y robos de Bachicao, que se determinó en consejo que fuese otro capitán hombre de bien a pagarlos, o en la misma ropa o en dineros del mismo Pizarro. Llamaban de Pizarro todo lo que tenía entonces. Hubo dificultad y negociación sobre quién iría, ca Pizarro y los más querían que fuese Pedro de Hinojosa, hombre de bien y valiente. Francisco de Caravajal y Guevara, capitán de arcabuceros; Bachicao, que tenía las voluntades de la mayor parte del ejército, y otras principales personas querían que volviese el mismo Bachicao; así que Pizarro no todas veces hacía lo que quería, sino lo que podía. Habló a Martín de Robles y a Pedro de Puelles, que mal estaban con Caravajal y Bachicao, porque llevaban tras sí los más soldados, para que hiciesen, juntamente con Cepeda, en la consulta, que Bachicao no fuese. Cepeda, teniendo palabra de ellos que serían con él, dijo muchas razones por donde no cumplía que volviese Bachicao, sino Hinojosa; y así, lo eligieron. Bachicao, que a todo fue presente, calló; Caravajal replicó, pero no prevaleció. Tomó Pedro de Hinojosa la armada para ir a Panamá y pagar buenamente lo que Bachicao tomara y para no dejar juntar un navío con otro en toda aquella costa; ya tenía por cierto, como era, que, siendo señor del mar, señorearía la tierra. Llegando a Buenaventura, prendió a Vela Núñez, que hacía gente para su hermano, y a otros muchos, y cobró un hijo de Gonzalo Pizarro que allí tenían y veinte mil castellanos, con que compraban caballos y armas para el virrey. Antes de llegar a Panamá escribió al cabildo con Rodrigo de Caravajal la intención que llevaba; mas no le creyeron, y Juan de Llanes, Juan Fernández de Rebolledo, Juan Vendrell, catalán; Baltasar Díez, Arias de Acebedo y Muñoz de Avila, vecinos de la ciudad, llamaron a Pedro de Casaos que trajese gente del Nombre de Dios, donde estaba; el cual vino y se puso a la defensa con los que trajo y con los que allí había; y respondieron que, hostigados de Bachicao, no le querían recibir con toda la gente y flota; mas que, dejando los navíos en Taboga, isla, y viniendo con solos cuarenta hombres que bastaban para compañía, lo recibirían y hospedarían en tanto que paga los robos de Bachicao. Él, no aceptando tal condición, tomó los navíos del puerto y requirió a los de la ciudad con un fraile que lo acogiesen de paz, pues no venía a hacerles mal, sino bien. Ellos, no fiándose del fraile, pidieron caballeros y hombres honrados con quien tratar el negocio: él les envió a Pablo de Meneses y al mismo Rodrigo de Caravajal; mas antojándosele que tardaban, caminó para la ciudad, topóles, y como le dijeron que los de Panamá en armas estaban, desembarcó una legua de la ciudad, sacó la gente a tierra, caminó con ella en escuadrón, llevando cerca las barcas con artillería. Pedro de Casaos, Juan de Llanes y otros capitanes sacaron su gente y artillería hacia Hinojosa. Como a vista unos de otros llegaron, se [246] ordenaron todos a la batalla; los de Panamá eran más personas; los de la flota, más arcabuceros y tenían ventaja en el sitio y barcas. Ya los escuadrones querían arremeter, cuando don Pedro de Cabrera y Andrés de Areiza, diciendo: «Paz, paz», fueron a demandar treguas al Hinojosa para entre tanto dar un buen corte en aquel negocio, y concertaron con él que enviase toda la flota y gente a Taboga y entrase con cincuenta compañeros en la ciudad. Él lo hizo así, y otro día entró, con placer de todos, y comenzó a entender a lo que iba: envió a Lima presos a Vela Núñez, Rodrigo Mejía, Lerma, Saavedra, que después degolló Pizarro; hacía o decía cosas por donde los soldados de la ciudad se fueron a Taboga. Llanes se le quejó de ello; y viendo que todos acostaban al bando de Pizarro, entregó las armas, munición y artillería que tenía al cabildo y al doctor Ribera, juez de residencia, y fuese a Santa Marta con algunos que seguirle quisieron. Estaba entonces en Nicaragua Melchor Verdugo haciendo gente para Blasco Núñez, el cual había tomado dineros y un navío a los de Trujillo, con mandamiento del virrey; e ido allí Hinojosa, por ser contra Pizarro, envió allá a Juan Alonso Palomino con una nao bien armada de hombres y tiros, para echar a fondo los navíos de Nicaragua si no quisiesen dársele. Palomino fue y tomó los navíos que halló, y volvióse; Verdugo metió en ciertas barcas ochenta españoles y fuése por el desaguadero de la laguna al Nombre de Dios, con propósito de dañar por allí el partido de Pizarro y de Francisco de Caravajal, que mal quería; entró casi sin que lo viesen, cercó y puso fuego a las casas de Hernando Mejía y de su suegro don Pedro de Cabrera, que allí estaban con gente de Hinojosa y Pizarro: ellos huyeron a Panamá, y él se apoderó del lugar e hizo lo que quiso con trescientos soldados que juntó. Quejáronse los vecinos del Nombre de Dios al doctor Ribera de los daños, costa y agravios que Verdugo les hacía en su jurisdicción: él pidió favor a Hinojosa para castigarlo; Hinojosa le dio ciento cuarenta arcabuceros y se fue con él: tomaron las escuchas de Verdugo, y sabiendo cuán pujante y fuerte estaba, lo requirió el doctor que se fuese de allí, haciendo primero enmienda de los daños y gastos hechos; y como le respondió soberbiamente, arremetieron a ellos arcabuceros de Hinojosa y retrajéronlo a la mar, donde tenía una nao y barcos a tierra pegados, hiriendo y matando. Verdugo, aunque peleó bien con sus trescientos hombres, se metió en la nao y huyó; Hinojosa dejó allí a don Pedro de Cabrera y a Hernán Mejía como antes los tenía, y volvióse a Panamá.

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