Lo que Gonzalo Pizarro hizo en siendo gobernador
Proveía oficios Gonzalo Pizarro y despachaba negocios por audiencia, en nombre del rey; empero, recelándose mucho de Cepeda, ca pensó que la prisión del virrey fuese trato doble, pues ya estaba suelto y hacía gente en Túmbez con el oidor Juan Álvarez, y porque Juan de Salas, el licenciado Niño y otros, por congraciarse, le decían cuán mañoso, entendido y animoso era, y que lo prendería o mataría cuando menos pensase, ca por eso sustentó la gente de guerra y procuró darle batalla, y así dicen que entendía mejor que todos los del Perú la guerra y gobernación. Dicen también cómo Francisco de Caravajal, que gobernaba al gobernador, y otros capitanes del ejército trataron de matar los oidores, y nombradamente a Cepeda, temiendo que, o los mataría o desprivaría si tuviese cabida con el gobernador. Pizarro dijo que tenía por amigo a Cepeda, y que los otros no eran para nada; pero que lo tentasen, preguntándole algo en la consulta de lo que a él y a ellos tocase, y si respondiese a su gusto, que se fiasen de él, y si no, que le matasen. Fue Cepeda avisado de esto por Cristóbal de Vargas, regidor de Lima, y por don Antonio de Ribera, cuñado, y alférez de Pizarro, y hablaba en las consultas tan a favor de ellos, que luego ganó la gracia del gobernador y vino después a mandarlo todo y a tenerlos debajo el pie y tener ciento y cincuenta mil ducados de renta. No se daba Pizarro buena maña en contentar la gente, y así se le huyeron en un barco Íñigo Cardo, Pero Antón, Pero Vello, Juan de Rosas y otros, y se fueron al virrey, que hacía gente en Túmbez, y hubo sobre ello algún bullicio, y Francisco de Caravajal ahogó al capitán Diego de Gumiel en su casa una noche, y lo sacó después a degollar a la picota, diciendo que con aquello escarmentaría, y lo colgó con un título a los pies: «por amotinador». Parece que había hablado libremente contra el gobernador y maestro de campo, y reprehendido a un soldado que entrando en Los Reyes matara a un señor indio con arcabuz por su pasatiempo, el cual miraba la entrada de Pizarro en una ventana de Diego de Agüero. Tomó Pizarro cuarenta mil ducados de la caja del rey, con acuerdo de los oidores, oficiales y capitanes, para pagar los soldados, diciendo que los pagaría de sus rentas, y que lo hacía también por tenerlos sujetos, pues metían prendas, votando que los tomase y diese para contra el rey. También dicen que repartió un empréstito entre los que tenían indios para sustentación del ejército; proveyó a muchos, de quien se confiaba, por sus tenientes, como fueron Alonso de Toro al Cuzco, Francisco de Almendras a los Charcas, Pedro de Fuentes a Arequipa, Hernando de Alvarado a Trujillo, Jerónimo de Villegas a Piura, Gonzalo Díez al Quinto, y otros a otras villas; muchos de los cuales hicieron por el camino robos y muertes. Armó el navío donde estaba preso Vaca de Castro, para enviar a Túmbez contra el virrey; mas Vaca de Castro se fue con él a Panamá, enviando a decir a Pizarro con un Hurtado [239] cuán mal lo había hecho en hacerse gobernador y en descoyuntar con tormentos a sus criados Bobadilla y Pérez, por saber del tesoro que no había. Sacó también Pizarro poderes de todos los cabildos para el doctor Tejada y Francisco Maldonado, que los escogió por sus procuradores para enviar al emperador sobre la revocación de las ordenanzas y por confirmación del oficio de gobernador, y a informar a su majestad cómo todo lo sucedido en aquellos reinos fuera culpa del virrey.