De cómo fueron al Perú Blasco Nuñez Vela y cuatro oidores
Cuando fueron hechas las ordenanzas de Indias, dijeron al emperador que enviase hombre de barba con ellas al Perú, por cuanto eran recias y los españoles de allí revoltosos. Él, que bien lo conocía, escogió y envió, con título de virrey y salario de dieciocho mil ducados, a Blasco Núñez de Vela, caballero principal y veedor general de las guardas, hombre recio, que así se requería para ejecutar aquellas leyes al pie de la letra. Hizo también una Chanchillería en el Perú, que hasta allí a Panamá iban con las apelaciones y pleitos. Nombró por oidores al licenciado Diego de Cepeda, de Tordesillas; al doctor Lisón de Tejada, de Logroño; al licenciado Pero Ortiz de Zárate, de Orduña, y al licenciado Juan Álvarez. Y porque nunca se había tomado cuenta a los oficiales del rey después que se descubrió el Perú, envió a tomárselas a Agustín de Zárate, que era secretario del Consejo Real. Partió, pues, Blasco Núñez con la Audiencia y llegó al Nombre de Dios a 10 de enero de 1544. Halló allí a Cristóbal de Barrientos y otros peruleros de partida para España, con buena cantidad de oro y plata, y requirió a los alcaldes embarazasen aquel oro hasta que se averiguase de qué lo llevaban, ca le dijeron cómo aquellos hombres habían vendido indios y traídolos en minas, cosa de que mucho se alteraron y quejaron los vecinos y los dueños del oro, así por el daño como por no ser aquella ciudad de su jurisdicción y gobierno. Y si por los oidores no fuera, se lo confiscara, conforme a la instrucción y cédula que llevaba contra los que hubiesen traído indios en minas. Fue a Panamá, puso en libertad cuantos indios pudo haber de las provincias del Perú, y enviólos a sus tierras a costa de los amos y del rey. Algunos hubo que se escondieron por no ir, diciendo que mejor estaban con dueño que sin él. Otros se quedaron en Puerto-Viejo y por allí a ser putos, que se usa mucho, y se cortaron el cabello a la usanza bellaca. Desembargó Blasco Núñez el oro [222] a los del Nombre de Dios, y porque no se alborotasen más los españoles de aquellos dos pueblos, dijo que solamente procedería contra Vaca de Castro que traía y mandaba traer indios a las minas. Comenzaron a diferir él y los oidores en algunas cosas. Estuvieron malos ellos y ocupados, y él partióse sin esperarlos, aunque mucho se lo rogaron y aconsejaron, porque supo la negociación y escándalo del Perú. Llegó a Túmbez a 4 de marzo, libertó los indios, quitó las indias que por amigas españoles tenían, y mandóles que ni diesen comida sin paga, ni llevasen carga contra su voluntad, lo cual entristeció tanto a los españoles cuanto alegró a los indios. Entrando en San Miguel mandó a unos españoles pagar los indios de carga que llevaban, ya que no se podía excusar el cargarlos. Pregonó las ordenanzas, despobló los tambos, dio libertad a los indios esclavos y forzados, tasó los tributos y quitó los indios de repartimiento a Alonso Palomino, porque había sido allí teniente de gobernador, que así lo disponían las nuevas leyes; por lo cual le quitaban el habla y la comida, como a descomulgado, y a la salida del lugar le dieron gritas las españolas y lo maldijeron como si llevara consigo la ira de Dios. Y en Piura dijo que ahorcaría a los que suplicaban de sus provisiones, refrendadas de un su criado, que no era escribano del rey; y los vecinos de allí se escandalizaban más de sus palabras y aspereza que de las ordenanzas.