Lo que hicieron en el Cuzco contra don Diego
Diego de Silva, de Ciudad-Rodrigo, y Francisco de Caravajal, alcaldes del Cuzco, usaron de maña con don Diego, ca le demandaron más cumplidos deberes que los que había enviado para recibirle por gobernador, y entre tanto apellidaron gente de la comarca. Gómez de Tordoya supo, andando a caza, la muerte de Pizarro y el pedimento de don Diego. Torció la cabeza de su halcón, diciendo que más tiempo era de pelear que de cazar. Entró en la ciudad de noche, habló con el cabildo de secreto, partió antes del día para donde estaba Nuño de Castro, y avisaron entrambos de todas estas cosas a Peranzures, que residía en los Charcas, y a Perálvarez Holguín, que andaba conquistando en Choquiapo, y a Diego de Rojas, que estaba en la villa de la Plata, y a los de Arequipa y otros lugares. Trataban éstos secretamente, porque había en el Cuzco muchos almagristas, que procuraban por don Diego, tomando la voz del rey, e hicieron su capital y justicia mayor a Perálvarez Holguín, y se obligaron a pagar el dinero del rey, que tomaban para sustentar la guerra, si el emperador no le diese por bien gastado. Perálvarez hizo su maestre de campo a Gómez de Tordoya; capitanes de caballo, a Peranzures y a Carcilaso de la Vega, y de infantería, a Nuño de Castro y a Martín de Robles, alférez del pendón real. Matriculáronse a la reseña ciento y cincuenta de caballo, noventa arcabuceros y otros doscientos y más peones. Como los que hacían por don Diego vieron esto, ciscábanse de miedo y saliéronse huyendo más de cincuenta. Fueron tras ellos Nuño de Castro y Hernando Bachicao con muchos arcabuceros, y trajéronlos presos. Perálvarez, que avisado era del intento de don Diego, salió del Cuzco a recoger los que andaban remontados por miedo, y a juntarse con Alonso de Alvarado para ir a Los Reyes a dar batalla a don Diego, entendiendo que se le pasarían muchos a su parte de los que con él estaban. Don Diego, que supo esto, envió por García de Alvarado, y en viniendo se partió de Los Reyes con cien arcabuceros, ciento y cincuenta piqueros y trescientos de caballo [212] y muchos indios de servicio. Y por que con su ausencia no se alzasen, echó de allí los hijos de Francisco Pizarro. Atormentó reciamente a Picado por saber de los dineros de su amo, y matóle. Llegó a Jauja y paró allí, porque adoleció y murió Juan de Rada, que su deseo y seguro era desbaratar a Perálvarez antes que se juntase con Alvarado ni con Vaca de Castro, que ya estaba en el Quito, y escrito a Jerónimo de Aliaga, Francisco de Barrionuevo y fray Tomás de San Martín, provincial dominico. De allí se le fueron el provincial, Gómez de Alvarado, Guillén Juárez de Caravajal, Diego de Agüero, Juan de Saavedra y otros muchos; y Perálvarez le tomó ciertos espías, que lo informaron de todo. Ahorcó tres de ellos, y prometió tres mil castellanos a otro porque espiase lo que don Diego hacía, diciendo que quería dar con él por un atajo despoblado y nevado; mas era engaño para descuidarlos. Don Diego prendió al hombre en llegando, por sospecha de la tardanza, dióle tormento, confesó la verdad y ahorcólo por espía doble. Fuese luego a poner en aquella traviesa nevada y estuvo allí tres días con su campo, sufriendo gran frío. Entre tanto se le pasó Perálvarez y se juntó con Alvarado en Guaraiz, tierra de los Guaylas, y escribieron ambos a Vaca de Castro que viniese a tomar el ejército y la tierra por el emperador. Don Diego siguió diez leguas a Perálvarez, y como no lo podía alcanzar, tiró la vía del Cuzco, robando lo que hallaba.