Lo que hizo don Diego de Almagro después de muerto Pizarro
Al ruido que mataban al gobernador Pizarro acudieron sus amigos, y a las voces de que ya era muerto venían los de Almagro; y así hubo muchas cuchilladas y muertes entre pizarristas y almagristas; mas cesaron presto, porque los matadores hicieron que don Diego cabalgase luego por la ciudad, diciendo que no había otro gobernador ni aun rey sino él en el Perú. Saquearon la casa de Pizarro, que rica estaba, y la de Antonio Picado y otros muchos y ricos hombres. Tomaron las armas y caballos a cuantos vecinos no querían decir «Viva don Diego de Almagro», aunque pocos osaron contradecir al vencedor. Hicieron también que los del regimiento y oficiales del rey recibiesen y jurasen por gobernador al don Diego hasta mandar otra cosa el emperador. Todo lo pudieron hacer a su salvo, por estar Fernando Pizarro en España y Gonzalo en lo de la canela; que si entrambos o el uno estuviera allí, quizá no le mataran. Estaba en tanto por enterrar el cuerpo de Francisco Pizarro, y había muchos llantos de mujeres allí en Los Reyes, por los maridos que tenían muertos y heridos; y no osaban tocar Francisco Pizarro sin voluntad de don Diego y de los que lo mataron. Juan de Barbarán y su mujer hicieron a sus negros llevar los cuerpos de Francisco Pizarro y de Francisco Martín a la iglesia; y con licencia de don Diego los sepultaron, gastando de suyo la cera y ofrenda, y aun escondieron los hijos, porque no los matasen aquellos que andaban encarnizados. Don Diego quitó y puso las varas de justicia como le plugo; echó preso al doctor Velázquez y Antonio Picado, Diego de Agüero, Guillén Juárez, licenciado Caravajal, Barrios, Herrera y otros. Hizo su capitán general a Juan de Rada, y dio cargos y capitanías a García de Alvarado, a Juan Tello, a otro Francisco de Chaves y a otros, en el ejército que juntó, de ochocientos españoles. Tomó los bienes de los difuntos y ausentes y los quintos del rey, que fueron muchos, para dar a los soldados y capitanes. Hubo entre ellos pasión sobre mandar, y quisieron matar a Juan de Rada, que lo mandaba todo. Y por eso hizo don Diego dar un garrote a Francisco de Chaves y castigó a muchos otros, y aun degolló a Antonio de Origüela, recién llegado de España, porque dijo en Trujillo que todos aquéllos eran tiranos. Escribió don Diego a todos los pueblos que lo admitiesen por gobernador, y muchos de ellos lo admitieron por amor de su padre, y algunos por miedo. Alonso de Alvarado, que con cien españoles estaba en los Chachapoyas, prendió los mensajeros que tales nuevas y recado llevaban. Don Diego despachó luego que lo supo a García de Alvarado por mar a Trujillo y a San Miguel para tomar las armas y caballos a los vecinos que favorecían a Alonso de Alvarado, con las cuales fuese sobre él. García de Alvarado tomó en Piura mucha plata y oro, que los vecinos tenían en Santo Domingo, y lo dio a los soldados, y ahorcó a Montenegro, [211] y prendió a muchos; y en Trujillo quitó el cargo a Diego de Mora, teniente de Pizarro, porque avisaba de todo a Alonso de Alvarado, y en San Miguel cortó las cabezas a Villegas, a Francisco de Vozmediano y Alonso de Cabrera, mayordomo de Pizarro, que con los españoles de Guanuco huían de don Diego. Diego Méndez, que fue a la villa de la Plata con veinte de caballo, tomó en Porco once mil y setenta marcos de plata cendrada, y puso en cabeza de don Diego las minas y haciendas de Francisco, Fernando y Gonzalo Pizarro, que riquísimas eran, y las de Peranzures, Diego de Rojas y otros.