Vistas de Almagro y Pizarro en mala sobre concierto
Sabiendo esto Pizarro, sonó atambor en Los Reyes, dio grandes pagas y ventajas y juntó más de setecientos españoles con muchos caballos y arcabuces, que daban reputación al ejército; y casi toda esta gente era venida y llamada contra indios en socorro del Cuzco y de Los Reyes. Hizo capitanes de arcabucería a Nuño de Castro y a Pedro de Vergara, que la trajera de Flandes, donde casado estaba; hizo capitán de piqueros a Diego de Urbina, [199] y de caballos a Diego de Rojas y a Peranzures y a Alonso de Mercadillo. Puso por maestre de campo a Pedro de Valdivia, y por sargento mayor a Antonio de Villalva; estando en esto, llegaron Gonzalo Pizarro y Alonso de Alvarado, e hízolos generales, a su hermano de la infantería y al otro de la caballería. Estaban presos en el Cuzco, sobornaron a hasta cincuenta soldados, y con su ayuda salieron de la prisión, quitaron las sogas de las campanas, porque no repicasen tras ellos, y huyeron a caballo con aquellos cincuenta y con Gabriel de Rojas, que prendieron; publicaba Pizarro que hacía esta gente para su defensa como hombre acometido, y habló en concierto a consejo de muchos. Almagro vino luego también en ello, y envió con poder para tratar del negocio a don Alonso Enríquez, Diego de Mercado, factor, y Juan de Guzmán, contador. Hablaron con Pizarro, y él lo comprometió en Francisco de Bobadilla, provincial de la Merced, y ellos en fray Francisco Husando; los cuales sentenciaron que Almagro soltase a Fernando Pizarro y restituyese al Cuzco; que deshiciesen entrambos los ejércitos, enviasen la gente a conquistas, escribiesen al emperador y se viesen y hablasen en Mala, pueblo entre Los Reyes y Chincha, con cada doce caballeros, y que los frailes se hallasen a las pláticas. Almagro dijo que holgaba de verse con Pizarro, aunque tenía por muy grave la sentencia, y cuando se partió a las vistas con doce amigos, encomendó a Rodrigo de Orgoños, su general, que con el ejército estuviese a punto, por si algo Pizarro hiciese, y matase a Fernando Pizarro, que le dejaba en poder, si a él fuerza le hiciesen. Pizarro fue al puesto con otros doce, y tras él Gonzalo Pizarro con todo el campo; si lo hizo con voluntad de su hermano, o sin ella, nadie creo que lo supo. Es empero cierto que se puso junto a Mala, y que mandó al capitán Nuño de Castro se emboscase con sus cuarenta arcabuceros en un cañaveral junto al camino por donde Almagro tenía de pasar; llegó primero a Mala Pizarro, y en llegando Almagro se abrazaron alegremente y hablaron en cosas de placer. Acercóse uno de Pizarro, antes que comenzasen negocios, a Diego de Almagro y díjole al oído que se fuese luego de allí, ca le iba en ello la vida; él cabalgó presto y volvióse sin hablar palabra en aquello ni en el negocio a que viniera. Vio la emboscada de arcabuceros, y creyó; quejóse mucho de Francisco Pizarro y de los frailes, y todos los suyos decían que de Pilatos acá no se había dado sentencia tan injusta. Pizarro, aunque le aconsejaban que lo prendiese, lo dejó ir, diciendo que había venido sobre su palabra, y se disculpó mucho en que ni mandó venir a su hermano ni sobornó los frailes. [200]