El socorro que vino de muchas partes a Francisco Pizarro
Como Pizarro se vio cercado, y muertos cerca de cuatrocientos españoles y doscientos caballos, temió la furia y muchedumbre de los enemigos, aun creyó que habían muerto a Diego de Almagro en Chili, y a sus hermanos en el Cuzco. Envió a decir a Alonso de Alvarado que dejase la conquista de los cachapoyas y se viniese luego con toda su gente a socorrerle; envió un navío a Trujillo para en que llevasen de allí las mujeres, hijos y hacienda, mandando a los hombres desamparasen el lugar y viniesen a Los Reyes; despachó a Diego de Ayala en los otros navíos a Panamá, Nicaragua y Cuauhtemallán por socorro, y escribió a las islas de Santo Domingo y Cuba, y a todos los otros gobernadores de Indias, el estrecho en que quedaba. Alonso de Fuenmayor, presidente y obispo de Santo Domingo, envió con Diego de Fuenmayor, su hermano, natural de Yanguas, muchos españoles arcabuceros que habían llegado entonces con Pedro de Veragua; Fernando Cortés envió, con Rodrigo de Grijalva, en un propio navío suyo, desde la Nueva España, muchas armas, tiros, jaeces, aderezos, vestidos de seda y una ropa de martas; el licenciado Gaspar de Espinosa llevó de Panamá, Nombre de Dios y Tierra Firme buena copia de españoles; Diego de Ayala volvió con harta gente de Nicaragua y Cuauhtemallán. También vinieron otros de otras partes, y así tuvo Pizarro un florido ejército y más arcabuceros que nunca; y aunque no los hubo mucho menester para contra indios, aprovecháronle infinito para contra Diego de Almagro, como después diremos; por lo cual acertó a pedir estos socorros, aunque fue notado entonces de pusilanimidad por pedirlos.