Almagro tomó por fuerza el Cuzco a los Pizarros
Estando Almagro guerreando a Chile, llegó Juan de Rada con las provisiones de su gobernación, que había traído Fernando Pizarro, con las cuales, aunque le costaron la vida, se holgó más que con cuanto oro ni plata había ganado, ca era codicioso de honra. Entró en consejo con sus capitanes sobre lo que hacer debía, y resumióse, con parecer de los demás, de volver al Cuzco a tomar en él, pues en su jurisdicción cabía, la posesión de su gobernación. Bien hubo muchos que le dijeron y rogaron poblase allí o en los Charcas, tierra riquísima, antes que ir, y enviase a saber entre tanto la voluntad de Francisco Pizarro y del cabildo del Cuzco, porque no era justo descompadrar primero. Quien más atizó la vuelta fueron Gómez de Alvarado, Diego de Alvarado y Rodrigo Orgoños, su amigo y privado. Almagro, en fin, determinó volver al Cuzco a gobernar por fuerza, si de grado los Pizarros no quisiesen, y también porque decían estar alzado el inca, lo cual se publicó por huir del campo Paulo y Villaoma, no hallando gente ni coyuntura para matar los cristianos, como traían urdido. Almagro envió tras Filipillo, que, como era participante de la conjuración, también huyera, e hízolo cuartos porque no le avisó y porque se pasó a Pedro de Alvarado en Liribamba. Confesó el malvado, al tiempo de su muerte, haber acusado falsamente a su buen rey Atabaliba, por yacer seguro con sus mujeres. Era un mal hombre Filipillo de Puechos, liviano, inconstante, mentiroso, amigo de revueltas [194] y sangre, y poco cristiano, aunque bautizado. Tuvo Almagro muchos trabajos a la vuelta; comió los caballos que se murieron a la ida, cosa bien de notar, porque al cabo de cuatro meses o más tiempo estaban por corromper, y tan frescos, según dicen, como recién muertos. Estábanse también los españoles arrimados a las peñas con las riendas en las manos, que parecían vivos. Proveyó de agua su ejército en los despoblados con ovejas, que llevaban a cuatro y más arrobas de ella en odres y zaques de otras ovejas, y aun muchos españoles fueron cabalgando en ellas; aunque no es caballería, para su cólera. Maravilláronse mucho los de Almagro, cuando al Cuzco llegaron, en verlo cercado de los indios; y él trató con el inca la paz, diciendo, si alzaba el cerco, que le perdonaría lo hecho, como gobernador, y si no, que lo destruiría, que a eso venía. Mango respondió que se viesen, y que holgaba de su venida y gobernación. Almagro, sin pensar en la malicia, fue a recaudo por otros inconvenientes, dejando en guarda de su real a Juan de Saavedra. Fernando Pizarro, que supo estas vistas, salió a hablar con Saavedra. Dábale cincuenta mil castellanos porque se metiese con él dentro del Cuzco. No le osó enojar, que tenía mucha gente y muy fuerte plaza, y tornóse bien triste y desconfiado. Tampoco pudo Mango prender a Almagro y perdió esperanza de recobrar el Cuzco. Y porque no le tomasen entre puertas los de Almagro y Pizarro, dejó el cerco y fuese a los Andes, que llaman una gran montaña sobre Guamanga. Llegó Almagro su ejército al Cuzco, las banderas altas. Requirió al regimiento y hermanos de Francisco Pizarro que lo recibiesen luego pacíficamente por gobernador, conforme a las provisiones reales del emperador. Fernando Pizarro, que mandaba, respondió que sin voluntad de Francisco Pizarro, gobernador de aquella tierra, por cuyo poder él allí estaba, no podía ni debía, según honra y conciencia, admitirlo por gobernador. Mas, si entrar quería como privado y particular, que lo aposentaría muy bien con todos los que traía; y entre tanto avisarían a su hermano, si vivo era, que estaba en Los Reyes, de su llegada y pedimento; y que confiaba en su antigua y buena amistad que se conformaría, declarando la raya y mojones de cada gobernación a dicho de sabios cosmógrafos. Tuvo Almagro por dilación esta respuesta e insistió en su demanda; y como hallaba contraste en Fernando Pizarro, entróse dentro una noche de gran niebla y oscuridad. Cercó la casa donde los Pizarros y cabildo estaban fuertes, y púsole fuego porque no se daban. Ellos, por no quemarse, rindiéronse. Echó Almagro presos a Fernando y Gonzalo Pizarro y a otros. El regimiento y vecinos lo recibieron luego en siendo de día por gobernador. Dicen unos que Almagro quebró las treguas que habían puesto, para entre tanto esperar la respuesta de Francisco Pizarro; otros, que no las hubo ni las quiso, porque no le habían de recibir sino por fuerza; otros, que tuvo favor de los vecinos para entrar; y como fueron bandos, cada uno habla en favor del suyo. Y es cierto que por fuerza entró, y que murieron dos españoles, uno de cada parte, y que Almagro matara a Fernando Pizarro, según voluntad de casi todos, sino por Diego de Alvarado. Esto y el alzamiento del inca pasó año de 1536, sin que Francisco Pizarro lo supiese. [195]