Vuelta de Fernando Pizarro al Perú
Poco después que Almagro se partió a Chili, llegó Fernando Pizarro a Lima, ciudad de los Reyes. Llevó a Francisco Pizarro título de marqués de los Atavillos, y a Diego de Almagro la gobernación del nuevo reino de Toledo, cien leguas de tierra contadas de la raya de la Nueva Castilla, jurisdicción y distrito de Pizarro, hacia el sur y levante. Pidió servicio a los conquistadores para el emperador, que decía pertenecerle, como a rey, todo el rescate de Atabaliba, que también era rey. Ellos respondieron que ya le habían dado su quinto, que le venía de derecho, y presto hubiera motín, porque los motejaban de villanos en España y Corte, y no merecedores de tanta parte y riquezas; y no digo entonces, pero antes y después lo acostumbraban decir acá los que no van a Indias; hombres que por ventura merecen menos lo que tienen, y que no se habían de escuchar. Francisco Pizarro los aplacó diciendo que merecían aquello por su esfuerzo y virtud, y tantas franquezas y preeminencias como los que ayudaron al rey Don Pelayo y a los otros reyes a ganar a España de los moros. Dijo a su hermano que buscase otra manera para cumplir lo que había prometido, pues ninguno quería dar nada, ni él les tomaría lo que les dio. Fernando Pizarro entonces tomaba un tanto por ciento de lo que hundían, por lo cual incurrió en gran odio de todos; mas él no alzó la mano de aquello, antes se fue al Cuzco a otro tanto, y trabajó de ganar la voluntad a Mango, inca, para sacarle alguna gran cuantía de oro para el emperador, que muy gastado estaba con las jornadas de su coronación, del turco en Viena y de Túnez; y para sí también.