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Nuevas capitulaciones entre Pizarro y Almagro

Francisco Pizarro pobló tras esto la ciudad de Los Reyes, a la ribera de Lima, río fresco y apacible, cuatro leguas de Pachacama, y cerca de la mar. Pasó a ella los vecinos de Jauja, que no era tan buena vivienda. Envió al Cuzco a Diego de Almagro con muchos españoles a regir la ciudad. Y él fuése a Trujillo a repartir la tierra e indios entre los pobladores. Tuvo nuevas y cartas Almagro, estando en el Cuzco, de cómo el emperador le había hecho mariscal del Perú y gobernador de cien leguas de tierra más adelante que Pizarro gobernaba; y quiso serlo luego y antes de tener la provisión. Y como el Cuzco no entraba en la gobernación de Pizarro y había de caer en la suya, comenzó a repartir la tierra y mandar y vedar por sí, dejando los poderes del compañero y amigo; y le faltaron para ello favor y consejo de muchos, entre los cuales eran Hernando de Soto. Envió corriendo Pizarro a Verdugo con poder para Juan Pizarro y revocación de Almagro. Contradijéronle reciamente Juan y Gonzalo Pizarro y los más del regimiento; y así no salió con su intento. Llegó Pizarro en esto por la posta, y apaciguólo todo [191] amigablemente. Juraron de nuevo sobre la hostia consagrada Pizarro y Almagro su vieja compañía y amistad, y concertaron que Almagro fuese a descubrir la costa y tierra de hacia el estrecho de Magallanes, porque decían los indios ser muy rica tierra el Chili, que por aquella parte estaba; y que si buena y rica tierra hallase, que pedirían la gobernación para él, y si no, que partirían la de Pizarro, como la demás hacienda, entre sí; harto buen concierto era, si engañoso no fuera. juraron, empero, entrambos de nunca ser el uno contra el otro, por bien ni mal que les fuese, y aun afirman muchos que dijo Almagro, cuando juraba, que Dios le confundiese cuerpo y alma si lo quebrantaba ni entraba con treinta leguas en el Cuzco, aunque el emperador se lo diese. Otros, que dijo: «Dios le confunda el cuerpo y alma al que lo quebrantare».