CXXVIII

La muerte de Quizquiz

No tuvo Almagro de qué pagar los cien mil pesos de oro a Pedro de Alvarado por su armada en cuanto se halló en aquella conquista, aunque hubieran en Caramba un templo chapado de plata, o no quiso sin Pizarro, o por llevarlo primero donde no pudiese deshacer la venta, así que se fueron ambos a San Miguel de Tangarara. Alvarado dejó muchos de su compañía a poblar en Quito con Benalcázar, y llevó consigo los más y mejores. Benalcázar pasó mucho trabajo en su conquista, así por ser la gente muy guerrera, que también pelean con honda las mujeres como sus maridos. Almagro y Alvarado supieron en Tumebamba cómo Quizquiz iba huyendo de Soto y de Juan y de Gonzalo Pizarro, que lo perseguían a caballo, y que llevaba una gran presa de hombres y ovejas, y más de quince mil soldados. Almagro no lo creyó, ni quiso llevar los cañares que se le ofrecían dar en las manos a Quizquiz con todo su ejército y cabalgada. Cuando llegaron a Chaparra [189] toparon a deshora con Sotaurco, que iba con dos mil hombres descubriendo el camino a Quizquiz, y prendiéronle peleando. Sotaurco dijo cómo Quizquiz venía detrás una gran jornada con el cuerpo de ejército, y a los lados y espaldas cada dos mil hombres recogiendo vituallas, que así acostumbraba caminar en tiempo de guerra. Aguijaron presto los de caballo, por llegar a Quizquiz antes que la nueva. Era el camino tan pedregoso y cuesta abajo, que se desherraron casi todos los caballos. Herráronse a media noche con lumbre, y aun con miedo no los tomasen los enemigos embarazados. Otro día en la tarde llegaron a vista del real de Quizquiz; el cual, como los vio, se fue con el oro y mujeres por una parte, y echó por otra que muy agra era toda la gente de guerra con Guaypalcón, hermano de Atabaliba. Guaypalcón se hizo fuerte en unas altas peñas, y echaba galgas, que dañaron mucho a los nuestros. Mas fuese luego aquella noche, porque se vio sin comida y atajado. Corrieron tras él los de caballo y no lo pudieron desbaratar, aunque le mataron algunos. Quizquiz y Guaypalcón se juntaron y se fueron a Quito, pensando que pocos o ningunos españoles quedaron allá, pues venían allí tantos. Hubieron un reencuentro con Sebastián de Benalcázar, y fueron perdidosos. Dijeron los capitanes a Quizquiz que pidiese paz a los españoles, pues eran invencibles, y que le guardarían amistad, pues eran hombres de bien, y no tentase más la fortuna, que tanto los perseguía. Él los amenazó porque mostraban cobardía, y mandó que le siguiesen para rehacerse. Replicaron ellos que diese batalla, pues les sería más honra y descanso morir peleando con los enemigos que de hambre por los despoblados. Quizquiz los deshonró por esto, jurando castigar los amotinadores. Guaypalcón entonces le tiró un bote de lanza por los pechos; acudieron luego con hachas y porras otros muchos, y matáronlo; y así acabó Quizquiz con sus guerras, que tan famoso capitán fue entre orejones.