Muerte de Atabaliba
Urdióse la muerte de Atabaliba por donde menos pensaba, ca Filipillo, len gua, se enamoró y amigó de una de sus mujeres, por casar con ella si él moría. Dijo a Pizarro y a otros que Atabaliba juntaba de secreto gente para matarlos cristianos y librarse. Como esto se comenzó a sonruir entre los españoles, comenzaron ellos a creerlo; y unos decían que lo matasen para seguridad de sus vidas y de aquellos reinos; otros, que lo enviasen al emperador y no matasen tan gran príncipe, aunque culpa tuviese. Esto fuera mejor; mas hicieron lo otro, a instancia, según muchos cuentan, de los que Almagro llevó; los cuales pensaban, o se lo decían, que mientras Atabaliba viviese no tendrían parte en oro ninguno, hasta henchir la medida de su rescate. Pizarro, en fin, determinó matarlo, por quitarse de cuidado, y pensando que muerto tendrían menos que hacer en ganar la tierra. Hízole proceso sobre la muerte de Guaxcar, rey de aquellas tierras, y probóse también que procuraba matar los españoles. Mas esto fue maldad de Filipillo, que declaraba los dichos de los indios que por testigos tomaban como se le antojaba, no habiendo español que lo mirase ni entendiese. Atabaliba negó siempre aquello, diciendo que no cabía en razón tratar él tal cosa, pues no podría salir con ella vivo, por las muchas guardas y prisiones que tenía; amenazó a Filipillo, y rogó que no le creyesen. Cuando la sentencia oyó, se quejó mucho de Francisco Pizarro, que, habiéndole prometido de soltarlo por rescate, lo matase; rogóle que lo enviase a España y que no ensangrentase sus manos y fama en quien jamás le ofendió y lo había hecho rico. Cuando le llevaban a justiciar pidió el bautismo por consejo de los que lo iban consolando, que otramente vivo lo quemaran; bautizáronlo y ahogáronlo a un palo atado; enterráronle a nuestra usanza entre otros cristianos, con pompa; puso luto Pizarro, e hízole honradas obsequias. No hay que reprender a los que le mataron, pues el tiempo y sus pecados los castigaron después, ca todos ellos acabaron mal, como en el proceso de su historia veréis. Murió Atabaliba con esfuerzo, y mandó llevar su cuerpo al Quito, donde los reyes, sus antepasados por su madre, estaban. Si de corazón pidió el bautismo, dichoso él, y si no, pagó las muertes que había hecho. Era bien dispuesto, sabio, animoso, franco y muy limpio y bien traído; tuvo muchas mujeres y dejó algunos hijos. Usurpó mucha tierra a su hermano Guaxcar; mas nunca se puso la borla hasta que lo tuvo preso; ni escupía en el suelo, sino en la mano de una señora muy principal, por majestad. Los indios se maravillaron de su temprana muerte, y loaban a Guaxcar por hijo del Sol, acordándose cómo adivinara cuánto presto había de ser muerto Atabaliba, que matarlo mandaba. [179]