Las guerras y diferencias entre Guaxcar y Atabaliba
Guaxcar, que soga de oro significa, reinó pacíficamente por muerte de Guaynacapa, cuyo hijo mayor y legítimo era, en el Cuzco y todos los señoríos del padre, que muchos eran y grandes, excepto en el Quito, que de Atabaliba era. Mas no le duró mucho aquella paz, porque Atabaliba ocupó a Tumebamba, provincia rica de minas, y al Quito, vecina, diciendo que le pertenecía como tierra de su herencia. Guaxcar, que de ello fue presto sabidor, envió allá un caballero por la posta a rogar a su hermano que no alterase la tierra y que le diese los orejones y criados de su padre: y a los cañares, que así se llamaban los de allí, guardasen la fe y obediencia que dada le tenían. El caballero retuvo los cañares en obediencia, y como vio en armas a los de Quito, envió a pedir a Guaxcar dos mil orejones para reprimir y castigar los rebeldes; y en viniendo, se juntaron con él todos los cañares, chaparras y paltas, que vecinos eran, Atabaliba, que lo supo, fue luego sobre ellos con ejército, pensando estorbar o deshacer aquella junta. Requirióles antes de la batalla que le dejasen libre la tierra que por herencia y testamento de su padre poseía; y como ellos respondieron ser de Guaxcar, universal heredero de [176] Guaynacapa, dióles batalla. Perdióla, y fue preso en la puente de Tumebamba yendo de huida. Otros dicen Guaxcar movió la guerra, y que duró la pelea tres días, en los cuales murieron muchos de ambas partes, y a la fin Atabaliba fue preso; por cuya prisión y victoria hicieron los orejones del Cuzco alegrías y grandes borracherías. Atabaliba entonces, como era de noche, rompió una gruesa pared con una barra de plata y cobre que cierta mujer le dio, y fuése al Quito sin que los enemigos lo sintiesen. Convocó sus vasallos, hízoles un gran razonamiento, persuadiéndolos a su venganza; díjoles que el Sol le había convertido en culebra para salir de prisión por un agujeruelo de la cámara donde lo tenían cerrado, y prometido victoria si guerra diese. Ellos, o porque les pareció milagro, o porque lo amaban, respondieron que muy prestos estaban a seguirle; y así allegó un muy buen ejército, con el cual volvió a los enemigos y los venció una y más veces, con tanta matanza de gentes, que aun hoy día hay grandes montones de huesos de los que allí murieron. Entonces metió a cuchillo sesenta mil personas de los cañares, y asoló a Tumebamba, pueblo grande, rico y hermoso, que junto a tres caudales ríos estaba, con lo cual le cobraron todos miedo, y el ánimo de ser inca en cuantas tierras su padre tuvo. Comenzó luego a guerrear la tierra de su hermano; destruía y mataba a los que se le defendían y a los que se le rendían daba muchas franquezas y el despojo de los muertos. Por esta libertad lo seguían unos, y por la crueldad otros; y así conquistó hasta Túmbez y Caxamalca, sin mayor contradicción que la de Puna, donde, según ya conté, fue herido. Envió muy gran ejército con Quizquiz y Calicuchama, sabios, valientes y amigos suyos, contra Guaxcar, que del Cuzco venía con innumerable hueste. Cuando entrambos ejércitos cerca estuvieron, quisieron los capitanes de Atabaliba tomar los enemigos por través, y apartáronse del camino real. Guaxcar, que poco entendía de guerra, se desvió a caza, dejando ir su ejército adelante por hacia donde caminaban los contrarios, sin echar corredores ni pensar en peligro ninguno, y topó con el campo contrario en parte que huir no pudo. Pelearon él y ochocientos hombres que llevaba hasta ser rodeado de los enemigos y presos. Apenas eran rendidos, cuando a más andar venían a socorrerlos; y eran tantos, que ligeramente lo libraran, matando a los de Atabaliba, si Calicuchama y Quizquiz no los engañaran diciendo estuviesen quedos, si no, que matarían a Guaxcar; y pusiéronse a ello. Entonces temió él, y mandóles soltar las armas y llegar a consejo veinte señores y capitanes los más principales de su ejército a dar medio entre él y su hermano, pues lo querían, aunque fingídamente, aquellos dos capitanes; los cuales descabezaron en llegando a los veinte, y dijeron que otro tanto harían a Guaxcar si no se iban cada uno a su casa. Con esta crueldad y amenaza se deshizo el ejército, y quedó Guaxcar preso y solo en poder de Quizquiz y Calicuchama, que lo mataron, como dicho habemos, por mandado de Atabaliba. [177]