CXV

Muerte de Guaxcar, por mandado de Atabaliba

Habían prendido (como después contaremos) Quizquiz y Calicuchama a Guaxcar, soberano señor de todos los reinos del Perú, casi al mismo tiempo que Atabaliba fue preso, o muy poco antes. Pensó al principio Atabaliba que lo mataran, y por eso no quiso matar entonces a su hermano Guaxcar. Mas como tuvo palabra de su libertad y vida por el grandísimo rescate que prometió a Pizarro, mudó pensamiento, y ejecutólo cuando supo lo que Guaxcar había dicho a Soto y Barco; lo cual en suma fue que se tornasen con él a Caxamalca, porque no le matasen aquellos capitanes, sabida la prisión de su amo, que hasta allí no lo sabían. Que no solamente cumpliría hasta la raya, empero que henchiría toda la sala, hasta la techumbre, de oro y plata, que era tres tanto más, de los tesoros de Guaynacapa, su padre; y que Atabaliba, su hermano, dar no podría lo que prometió sin robar los templos del Sol; y, finalmente, les dijo cómo él era el derecho señor de todos aquellos reinos, y Atabaliba, tirano. Que, por tanto, quería informar y ver al capitán de cristianos, que deshacía los agravios, y le restituiría su libertad y reinos, ca su padre Guaynacapa le mandara al tiempo de su muerte fuese amigo de las gentes blancas y barbudas que viniesen allí, porque habían de ser señores de la tierra. Era gran señor aquél y prudente, y sabiendo lo que habían hecho españoles en Castilla de Oro, adivinó lo que harían allí si viniesen. Atabaliba, pues, temió mucho estas razones, que verdad eran, y mandóle matar, y dijo a Pizarro que muriera de enojo y pesar. Algunos dicen que Atabaliba estuvo muchos días mustio, lloroso, sin comer ni decir por [175] qué para descubrir la voluntad de los españoles y engañar a Pizarro; al cabo de los cuales dijo por muchos ruegos cómo Quizquiz había muerto a Guaxcar, su señor, y lloró, al parecer de todos, muy de veras. Disculpóse de aquella muerte, y aun de la guerra y prisión, diciendo que había hecho aquello por defenderse de su hermano, que le quiso tomar el reino de Quito, y concertarse con él; que para eso lo mandaba traer, Pizarro lo consoló y dijo que no tuviese pena, pues era la muerte tan natural a todos, y porque les llevaría poca ventaja, y porque, informado de la verdad, él castigaría los matadores. Como Atabaliba conoció que no se daban nada por la muerte de Guaxcar, hízole matar. Sea como fuere, que Atabaliba mató a Guaxcar, y tuvieron alguna culpa Hernando de Soto y Pedro del Barco en no lo acompañar y traer a Caxamalca, pues le toparon cerca, y él se lo rogó; pero ellos quisieron más el oro del Cuzco que la vida de Guaxcar, con excusa de mensajeros que no podían traspasar la orden y mandamiento de su gobernador. Todos afirman que si ellos le tomaran en su poder, no le matara Atabaliba, ni escondieran los indios la plata, oro, piedras y joyas del Cuzco y otras muchas partes; que, según la fama de las riquezas de Guaynacapa, era sin comparación muy mucho más que lo que hubieron españoles, aunque fue harto del rescate de Atabaliba. Dijo Guaxcar cuando lo mataban: «Yo he reinado poco, y menos reinará el traidor de mi hermano, ca le matarán como me mata».