LXXXIX

El río de la Plata

Del cabo de San Agustín, que cae a ocho grados, ponen setecientas leguas de costa, hasta el río de la Plata. Américo dice que las anduvo el año de 1501 yendo a buscar estrecho para las Malucas y Especiería por mandato del rey don Manuel de Portugal. Juan Díez de Solís, natural de Librija, las costeó legua por legua en el año de 12, a su propia costa. Era piloto mayor del rey; fue con licencia, siguió la derrota de Pinzón, llegó al cabo de San Agustín, y de allí tomó la vía de mediodía; y costeando la tierra, anduvo hasta ponerse casi en cuarenta grados. Puso cruces en árboles, que los hay por allí muy grandes; topó con un grandísimo río que los naturales llaman Paranaguazu, que quiere decir río corno mar o agua grande. Vio en él muestra de plata, y nombrólo de ella. Parecióle bien la tierra y gente, cargó de brasil y volvióse a España. Dio cuenta de su descubrimiento al rey, pidió la conquista y gobernación de aquel río; y como le fue otorgada, armó tres navíos en Lepe, metió en ellos mucho bastimento, armas, hombres para pelear y poblar. Tornó allá por capitán general en setiembre del año de 15, por el camino que primero. Salió a tierra en un batel con cincuenta españoles, pensando que los indios lo recibirían de paz corno la otra vez, y según entonces mostraban; pero en saliendo de la barca, dieron sobre él muchos indios que estaban en celada, y lo mataron y comieron todos los españoles que sacó, y aun quebraron el batel. Los otros que de los navíos miraban, alzaron anclas y velas, sin osar tornar venganza de la muerte de su capitán. Cargaron luego de brasil y anime blanco, y volviéronse a España corridos y gastados. Año de 26 fue Sebastián Gaboto al río de la Plata, yendo a los Malucos con cuatro carabelas y doscientos y cincuenta españoles, El emperador le dio navíos y artillería; mercaderes y hombres que con él fueron le dieron, según dicen, hasta diez mil ducados, con que partiese con ellos la ganancia por rata. De aquellos dineros proveyó la flota de vituallas y rescates. Llegó, en fin, al río de la Plata, y en el camino topó una nao francesa que contrataba con los indios del golfo de Todos Santos. Entró por él muchas leguas. En el puerto de San Salvador, que es otro río cuarenta leguas arriba, que entra en el de la Plata, le mataron los indios dos españoles, y no los quisieron comer, [134] diciendo cómo eran soldados, que ya los habían probado en Solís y sus compañeros. Sin hacer cosa buena se tornó Gaboto a España destrozado, y no tanto, a lo que algunos dicen, por su culpa como por la de su gente. Don Pedro de Mendoza, vecino de Guadix, fue también al río de la Plata, el año de 35, con doce naos y dos mil hombres. Este fue el mayor número de gente y mayores naves que nunca pasó capitán a Indias. Iba malo, y volviéndose acá por su dolencia, murió en el camino. Año de 41 fue al mismo río de la Plata, por adelantado y gobernador, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, natural de Jerez, el cual como en otra parte tengo dicho, había hecho milagros. Llevó cuatrocientos españoles y cuarenta y seis caballos. No se hubo bien con los españoles de don Pedro que allá estaban, ni aun con los indios, y enviáronlo preso a España con información de lo que hiciera. Pidieron gobernador los que le trajeron, y diéronles a Juan de Sanabria, de Medellín, el cual se obligó a llevar trescientos hombres casados, a su costa, porque le diese cada uno de ellos por sí, y por sus hijos y mujeres, siete ducados y medio. Murió Juan de Sanabria en Sevilla aderezando su partida, y mandaron en Consejo de Indias que fuese su hijo. Tienen muchos por buena gobernación ésta, porque hay allí muchos españoles hechos a la tierra, los cuales saben la lengua de los naturales y han hecho un lugar de dos mil casas, en que hay muchos indios e indias cristianadas, y está cien leguas de la mar a la ribera de mediodía, en tierra de Quirandies, hombres como jayanes, y tan ligeros, que corriendo a pie toman a manos los venados, y que viven ciento y cincuenta años. Todos los de este río comen carne humana, y van casi desnudos. Nuestros españoles visten de venado curtido con saín de peces, después que se les rompieron las camisas y sayos. Comen pescado, que hay mucho y gordo, y es principal vianda de los indios, aunque cazan venados, puercos, jabalís, ovejas como del Perú y otros animales. Son guerreros: usan los de este río traer en la guerra un pomo con recio y largo cordel, con el cual cogen y arrastran al enemigo para sacrificar y comer. Es tierra fertilísima, ca Sebastián Gaboto sembró cincuenta y dos granos de trigo en setiembre y cogió cincuenta mil en diciembre. Es sana, aunque a los principios probaba los españoles, y echábanlo al pescado; mas engordaban infinito después con ello mismo. Hay peces puercos y peces hombres, muy semejantes en todo al cuerpo humano. Hay también en tierra unas culebras que llaman de cascabel, porque suenan así cuando andan. Hay muestra de plata, perlas y piedras. Llaman a este río de la Plata y de Solís, en memoria de quien lo descubrió. Tiene de boca veinte y cinco leguas y muchas islas, que tanto hay del cabo de Santa María al cabo Blanco; los cuales están en treinta y cinco grados más allá de la Equinoccial, cuál más, cuál menos. Crece como el Nilo, y pienso que a un mismo tiempo. Nace en el Perú, y engruésanlo Abancay, Vilcas, Purina y Jauja, que tiene sus fuentes en Bombón, tierra altísima. Los españoles que moran en el río de la Plata han subido tanto por él arriba, que muchos de ellos llegaron al Perú en rastro y demanda de las minas de Potosí.

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