Bandos entre los españoles del Darién
Rodrigo Enríquez de Colmenares salió de la Beata de Santo Domingo con dos carabelas abastecidas de armas y hombres, en socorro de la gente de Hojeda, y de mucha vitualla que comiesen, ca tenían nuevas de su gran hambre. Tuvo dificultosa navegación. Cuando llegó a Garia echó cincuenta y cinco españoles a tierra con sus armas para coger agua en aquel río, que llevaba falta; los cuales, o por no ver indios, o por deleitarse echados en la tierra, se descuidaron de sus vidas. Vinieron ochocientos indios flecheros con gana de comer cristianos sacrificados a sus ídolos, y antes que se rebullesen los nuestros flecharon de muerte cuarenta y siete de ellos y prendieron uno. Quebraron el batel y amenazaron las naos. Los siete que huyeron o escaparon de la refriega se escondieron en un árbol hueco. Cuando a la mañana miraron por las carabelas, eran idas y fueron también ellos comidos. Colmenares quiso antes padecer sed que muerte, y no paró hasta Caribana. Entró en el golfo de Urabá; surgió donde Hojeda y Enciso; como no halló más el rastro y rancho de los que buscaba, temió ser muerto. Hizo muchas ahumadas aquella anoche en los altos, y disparó a un tiempo la artillería de ambas carabelas para que le sintiesen. Los de la Antigua, que oyeron los tiros, respondieron con grandes lumbres, a cuya señal fue Colmenares. Nunca españoles se abrazaron con tantas lágrimas de placer como éstos; unos por hallar, otros por ser hallados. Recreáronse con la carne, pan y vino que las naos llevaban, y vistiéronse aquellos trabajados españoles, que traían andrajos, y renovaron las armas. Con los sesenta de Colmenares eran casi ciento y cincuenta, ya no temían mucho a los indios ni a la fortuna, por tener dos naos y otros tantos bergantines, ni aun al rey, pues traían bandos. Colmenares y muchos españoles de bien querían enviar por Diego de Nicuesa que los gobernase, pues tenía provisión del rey, y quitar las diferencias y enojos que allí había; Enciso y Balboa, que bandeaban, no querían que otro gozase de su industria y sudor; y decían que, no sólo ellos, pero muchos del pueblo podían ser capitanes y cabeza de todos tan bien o mejor que Nicuesa. Mas, aunque pesó a los dos, lo enviaron a llamar con Rodrigo de Colmenares en un bergantín de Enciso y en su nave. Fue, pues, [88] Colmenares, y halló a Nicuesa en el Nombre de Dios, tal cual la historia os cuenta, flaco, descolorido, medio desnudo y con hasta sesenta compañeros hambrientos y desarrapados. Todos lloraron cuando se vieron, éstos de placer y aquéllos de lástima. Colmenares consoló a Nicuesa y le hizo la embajada que de parte de los hidalgos y hombres buenos del Darién llevaba. Dióle gran esperanza de soldar las quiebras y daños pasados, si a tan buena tierra iba, y rogóle que fuese. Diego de Nicuesa, que nunca tal pensó, le dio las gracias que merecía tal nueva y amigo, y la desventura en que metido estaba. Embarcóse luego con sus sesenta compañeros en un bergantín que tenía, y partióse con Rodrigo de Colmenares. Ensoberbecióse más de lo que cumplía, y pensando que ya era caudillo y señor de trescientos españoles y una villa, desmandóse a decir muchas cosas contra Balboa y Enciso y otros; que castigaría a unos, que quitaría oficios a otros, y a otros los dineros, pues no los podían tener sin autoridad de Hojeda o suya. Oyéronlo muchos de los que iban en compañía de Colmenares, a quien aquello tocaba por sí o por sus amigos, y en llegando a la Antigua dijéronlo en concejo, y quizá con parecer del mismo Colmenares, que nada le parecieron bien las amenazas y palabras locas de Nicuesa. Indignáronse grandemente todos los de la Antigua contra Nicuesa, especial Balboa y Enciso, y no le dejaron salir a tierra, o, en saliendo, le hicieron embarcar con sus compañeros y lo cargaron de villanías, sin que ninguno se lo reprendiese, cuanto más estorbase. Así que le fue forzado irse de allí, adonde se perdió. Ido Nicuesa, quedaron aquellos de la Antigua tan desconformes como primero, y muy necesitados de comida y de vestidos. Balboa fue más parte en el pueblo que no Enciso, por juntársele Colmenares. Prendióle y acusóle que había usado oficio de juez sin facultad del rey. Confiscóle los bienes, y aun lo azotara cuando menos, si no fuera por buenos rogadores: mejor merecía él aquella pena y afrenta, ca incurría y pecaba en lo que al otro culpaba, haciéndose juez, capitán y gobernador; aunque también Enciso pagó allí la mucha culpa que tuvo que desechar y maltratar a Nicuesa. El bachiller Enciso no podía mostrar la provisión real que tuvo, por habérsele perdido cuando su nao encalló y quebró entrando en Urabá; y como era menos poderoso, no bastaba a contrastar ni librarse por fuerza. Y como se vio libre, embarcóse para Santo Domingo, aunque le rogaron de parte de Balboa se quedase por alcalde mayor, y de allí se vino a España y dio grandes quejas e informaciones de Vasco Núñez de Balboa al rey, el año de 12. Los del Consejo de Indias pronunciaron una rigurosa sentencia contra él; pero no se ejecutó por los grandes hechos y servicio que al rey hizo en el descubrimiento de la mar del Sur y conquista de Castilla de Oro, según abajo diremos. [89]