De los cocuyos y niguas, animalejos pequeños, uno bueno y otro malo
Cocuyos son a manera de escarabajos con alas o moscas, y son poco menores que murciélagos. Tienen cada cuatro estrellas, que relucen a maravilla; en los ojos tienen las dos, y las otras dos debajo las alas; alumbran tanto, que a su claridad, si vuelan, hilan, tejen, cosen, pintan, bailan y hacen otras cosas las noches; cazan de noche con ellos huitas, que son conejuelos o ratas, y pescan. Caminan llevándolos atados al dedo pulgar de los pies, y en las manos, como con hachas y teda; españoles leían cartas con ellos, que es más dificultoso. Sirven también estos cocuyos de matar los mosquitos, que son fastidiosísimos y no dejan dormir la gente, y aun pienso que para eso los traen a casa más que para luz. Tómanlos con tizones, y llamándolos por su propio nombre, ca vienen a la lumbre, y no al chillido, como algunos piensan. También los toman con enramadas, que les paran, ca en cayendo no se pueden levantar: tan torpes son. Quien se unta las manos o la cara con aquellas estrellas del cocuyo parece que arde y así espantan a muchos. Si las destilasen saldría de ellas agua maravillosísima. La nigua es como una pequeñita pulga, saltadera y amiga de polvo; no pica [50] sino en los pies; métese entre cuero y carne; pare luego sus liendres en mayor cantidad que cuerpo tiene, las cuales en breve engendran otras, y si las dejan, multiplican tanto, que ni las pueden agotar ni remediar sino con fuego o con hierro; pero sí de presto las sacan, como arador, es poco su daño. El remedio para que no piquen es dormir los pies calzados o bien cubiertos. Algunos españoles perdieron de esto los dedos de los pies, y otros todo el pie.