DESDE la ventana de mi hotel puedo ver la catedral de Santiago y algunos turistas que están en su puerta principal.
Estudiantes con ropas medievales negras pasean entre la gente y los vendedores de souvenirs comienzan a montar sus puestos. Es muy temprano por la mañana y, excepto las anotaciones, estas líneas son las primeras que escribo acerca del Camino de Santiago.
Llegué hoy a la ciudad, después de tomar un autobús con corrida regular entre Pedrafita —cerca del O Cebreiro— y Compostela. En cuatro horas recorrimos los 150 kilómetros que separaban a ambas ciudades y me acordé de la caminata con Petrus —a veces nos llevaba dos semanas recorrer esta misma distancia.
Dentro de poco saldré a dejar en el sepulcro de Santiago la imagen de Nuestra Señora de Aparecida montada en las veneras. Después, en cuanto sea posible, tomaré un avión de vuelta a Brasil, pues tengo mucho que hacer.
Recuerdo que Petrus dijo que había condensado toda su experiencia en un cuadro y por mi mente pasa la idea de escribir un libro sobre lo que pasé, pero esto aún es una idea remota y tengo mucho que hacer ahora que recuperé mi espada.
El secreto de mi espada es mío y jamás lo revelaré. Fue escrito en un papel y depositado debajo de una piedra, pero, con la lluvia que cayó, ese papel ya debe haberse destruido. Es mejor así. Petrus no necesitaba saberlo.
Pregunté al Maestre cómo sabía la fecha en que yo llegaría o si ya llevaba allí bastante tiempo. Se rió, dijo que había llegado la mañana anterior y que partiría al día siguiente, aun cuando yo no llegase.
Pregunté cómo era eso posible y no respondió nada, pero a la hora de despedirnos, cuando él ya estaba dentro del auto rentado que lo llevaría de vuelta a Madrid, me dio una pequeña encomienda de la Orden de Santiago de la Espada y dijo que ya había recibido una gran revelación, cuando miré en el fondo de los ojos del cordero.
Sin embargo, si me esforzaba como lo había hecho, tal vez un día conseguiría entender que las personas llegan siempre a la hora exacta a los lugares donde las están esperando.
FIN