CUANDO comenzamos la peregrinación, me pareció que había realizado uno de los mayores sueños de mi juventud. Usted era para mí el brujo Don Juan y yo revivía la saga de Castaneda en busca de lo extraordinario.

Pero resistió valientemente todos mis intentos de transformarlo en héroe. Esto dificultó mucho nuestro trato, hasta que entendí que lo extraordinario reside en el Camino de las Personas Comunes. Hoy en día, comprender esto es lo más valioso que poseo en mi vida, me permite hacer cualquier cosa y me acompañará por siempre.

Por ese conocimiento —que ahora deseo compartir con otros— este libro va dedicado a usted, Petrus.

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