Epílogo

Más tarde, el sheriff del condado de Nota me dio autorización para leer el expediente de las muertes de Ritter y Toth. Rafer y yo nos sentamos a una mesa y, comparando las notas de Tom con otros informes del caso, conseguimos poner en su sitio todas las piezas de las investigaciones de Tom. Lo irónico era, desde luego, que las pruebas que había recogido no sólo eran de valor desigual, sino totalmente circunstanciales. Ninguna era suficiente para detener a nadie, por grande que fuera la convicción. Tom se había dado cuenta de que Brant había cometido dos asesinatos y sabía que era algo que no podría ocultar durante mucho tiempo. Revelar la verdad era destruir su matrimonio. Ocultarla era pisotear todo lo que él valoraba. Tom había muerto en silencio y, si Selma se hubiera conformado con dejar las cosas como estaban, el caso habría muerto con él.

Brant está actualmente en libertad bajo fianza, acusado de intento de asesinato por lo que me hizo. Selma ha contratado los servicios de un abogado listo, que, naturalmente, le ha aconsejado que no se declare culpable. Sospecho que si vamos a juicio, este mismo abogado encontrará la manera de culparme de todo a mí. Así parece que funciona la justicia en la actualidad.

Mientras tanto, la casa de Selma está en venta y ella se ha ido de Nota Lake. El pueblo no perdona y, además, a los de allí nunca les cayó bien. Supongo que todo se reduce a una lección de inseguridad personal y escasa autoestima. Si yo hubiera sido clarividente, si hubiera podido ver estos sucesos con antelación, le habría dicho que tuviera la boca cerrada en lugar de contratarme. Habría sido mejor que lo hiciera así.

Atentamente,

Kinsey Millhone