Capítulo 6: Desarrollo personal

Espero que te resulte alentador conocer cómo estas ideas generales se aplican para eliminar males en ti mismo y lograr un mayor desarrollo espiritual. Mientras más sean los malos pensamientos y sentimientos que trates de arrancar de ti, más habrá.

Puesto que yo mismo tengo ciertas preferencias en relación a lo que deseo hacer, debo cuidarme de entregarles esto como si tuviese la dignidad de la ley. Así, por tanto, deberé necesariamente ser aún más personal en este capítulo, y dejar en claro mis predisposiciones. Soy holgazán, y me inquieta ver a la gente perseguir esforzadamente el desarrollo personal a través de métodos que no funcionan, urgiéndome, además, a hacer lo mismo. Frecuentemente son personas encantadoras y me gustaría mucho unirme a ellas si creyera que van a lograr su objetivo. Por otra parte, quizás ellas saben que nunca alcanzarán su meta con esos métodos, y yo soy el bobo, por poner de manifiesto lo que todo el mundo secretamente sabe. Si no tuviéramos estos juegos, dejaríamos un Vacío, ¿no? Estoy jugando al juego de rechazar los juegos sin sentido; éste es quizás el más sin sentido de todos.

Obviamente hay aquí el peligro de errar en círculos; pero si alguien más supiera lo que debe escribirse en este capítulo, me gustaría que me lo dijese, así que debo correr este pequeño riesgo.

Una estructura es cualquier relación entre entidades que evite disolverse. El yo que conoces como ser humano es una estructura, una organización compuesta de billones de entidades.

Algo extraño en relación a las estructuras es el hecho de que se disuelven tanto por éxito como por fracaso; de modo que si deseas una estructura, el problema consiste en mantener tensión en algún punto entre estos dos polos.

La idea de que las estructuras se desintegran al obtener éxito completo me pareció singular, y establecí una lista rápida de ejemplos: un imperio victorioso inevitablemente se divide o se viene abajo cuando alcanza su clímax y no encuentra oposición. Un hombre hereda una fortuna y «se arruina» en la disipación. El genio pierde la razón. «El poder corrompe». «Los buenos mueren jóvenes». Las religiones se dividen en cismas y herejías. Una especie dominante se extingue misteriosamente. Una célula se divide en dos. El mago se vuelve loco.

De aquí que la gente se muestre cautelosa respecto al éxito o al poder obtenido con demasiada facilidad. En algún nivel, la estructura auto limita su propio éxito, incluyendo el éxito obtenido en la búsqueda de una mayor conciencia espiritual. Los líderes espirituales nos dicen todo el tiempo que el ego debe morir para que se produzca un renacer, pero ahí nos quedamos. La estructura se preserva a sí misma.

El ego, la estructura mental, «se siente mejor» cuando debe luchar con la tensión que representa el sentirse amenazado. Nos sentimos «de alta» y energéticos cuando las contingencias negativas nos ponen a prueba: trabajo duro, disciplina, paracaidismo, carreras, guerras (hasta la de Vietnam: los norvietnamitas salieron encumbrados; los norteamericanos no, porque no estuvieron amenazados directamente), enfermedad, ayuno, ascetismo, juego, drogas, conducir descuidadamente, discutir, paranoia (amenazas imaginarias), el enfrentamiento con el demonio y la magia negra, y así sucesivamente.

Por supuesto, si la definición negativa va demasiado lejos, la estructura se desploma; pero de algún modo, eso no nos inquieta. Nos encanta preocuparnos de los peligros para la supervivencia humana (a menos que el peligro sea real, como la bomba atómica o la guerra bacteriológica. En ese caso, el riesgo es «irreal», somos reticentes a pensar en ello).

Como un proceso normal, nos definimos a nosotros mismos, llegamos a saber quiénes somos, subrayando aquello con lo que no estamos de acuerdo, e identificamos a los demás por medio de sus defectos: los observamos hasta encontrar alguna diferencia entre «nosotros» y «ellos». En los demás, las virtudes son invisibles; no son interesantes.

Nosotros, los seres humanos, somos prácticamente la única especie que ha resuelto el problema que implica el mantener la tensión negativa transformándonos en nuestros propios peores enemigos. Nunca logramos superar totalmente la «naturaleza humana» en nosotros ni en los demás: así, el juego continúa. Es evidente que en el fondo nos gratifican todos los hechos espantosos de los cuales tanto nos quejamos: es lo que vende periódicos.

El énfasis de lo negativo produce un reforzamiento de la estructura y del ego. Aun cuando algunas de estas actividades —como las que implican auto negación— se emprenden bajo el estandarte de la búsqueda espiritual, el resultado es el mismo. En un nivel sutil sabemos que la mayoría de los esfuerzos espirituales no tendrán éxito, pero seguimos manteniendo la fantasía de que son admirables. Muchos de nosotros no tenemos intención real de disolver nuestro apego a la estructura y avanzar a otro plano de existencia.

Pero, ¿qué hay de aquellos sabios y serios que buscan celosamente la iluminación a través de métodos tradicionales? Dado que sabemos que los métodos negativos de elevación no nos llevan a una experiencia estable del nivel-espacio, ¿qué hace que el yoga sea una práctica gratificante?

El motivo por el cual el yoga da resultado, cuando lo da, reside en el amor expresado entre maestro y discípulo, y en la disposición del alumno a prestar atención. Si limitas tu experiencia sólo a fenómenos que estés totalmente dispuesto a concebir —como por ejemplo, lo que pueda haber dentro de una caverna en el Tíbet—, con toda seguridad que tarde o temprano te volarás.

Pero tan pronto salgas de la cueva, te encontrarás con gente que se comporta igual como lo hacía antes. Y si no estás dispuesto a ser la causa de su conducta y a amarlos tal como son, tu nivel de vibración caerá. Y, entonces, puede que prediques acerca de cuánta maldad existe en el mundo, cuánta corrupción hay en las ciudades, qué pecadora es la gente.

En la medida en que estemos seriamente preocupados del mal —no sólo como un juego de tensión negativa— veremos que no necesitamos preocuparnos de él como manifestación física: estas manifestaciones se originan en conceptos del nivel-espacio que existen atemporalmente. Es únicamente como concepto que el mal es real y está siempre dentro nuestro. Si no podemos aprender a manejarle en la tierra, seremos atormentados por él aun en el cielo.

Aún si no estás sólo probando tu estructura, la motivación para purificarte —el sentirte espiritualmente impuro— impedirá cualquier beneficio genuino hasta que aprendas a amar la impureza con la que comenzaste. ¿Puede algún ser realmente creer que va a atravesar la infinidad del tiempo sin cometer jamás otro error?

Con frecuencia, un destello de iluminación te entregará este mensaje: regresa al punto donde partiste y aprende a amarlo más.

Los métodos convencionales de auto desarrollo tienen otro inconveniente: el identificarte con un sistema establecido de valores espirituales puede producirte una actitud snob de desamor por tus hermanos. La justicia de nuestras relaciones es perfecta: si no amas, los resultados se manifestarán en forma explícita. Entonces, podrás quejarte: «Si estoy trabajando tanto para purificarme, ¿por qué ocurren estas cosas, por qué la gente me odia?». Pero no hay mayor pureza que el amor, aun cuando sea corrupto e impuro.

La forma positiva de definir tu ego es ser uno con su causa: ámalo tal como es, y luego elige libremente cualquier conducta que sientas bien para ti. No vas a desaparecer; puedes vivenciar tu actual estructura como una interacción de nivel-espacio, y luego subir más alto sólo si lo deseas.

Cambiar tu nivel de vibración, elevar tu nivel de amor, es la única acción que produce un verdadero cambio positivo. Los grupos de encuentro, la libertad sexual, la revolución, el yoga, las dietas, el ascetismo, la música rock, las drogas, todos los medios dependen de tu interés y poder creativo para ser efectivos. Son todos buenos juegos, pero no trates de forzarte en ellos más allá del momento en que tu interés se agote. Dan resultado sólo mientras esté despierta la atención que les dedicas. Y cuando tienen muy buen resultado, cuando tienen mucho éxito, es posible que «pierdas el interés». Cuando sientes que tu estructura se transforma en energía y luego en espacio, es muy probable que retrocedas, a menos que aceptes lo que está ocurriendo y te estabilices en un nuevo nivel.

En realidad, existen juegos más amorosos que el de mejorarte a ti mismo, el de reformar a otras personas o cualquier otra forma de usar tensión negativa para endurecer tu estructura.

Ten presente que tu supervivencia no depende de ninguna estructura. Eres una entidad igual a todas las demás del universo. Cuando no tienes nada, no tienes nada que perder.

No hay nada «malo» en utilizar circunstancias negativas para definir tu ego, siempre que lo hagas en forma consciente, porque deseas hacerla. El Único error que cabe en cualquier actividad es no tomar conciencia de lo que estás haciendo. Podemos jugar estos mismos juegos necios con mucho mayor placer cuando estamos conscientes de lo que estamos realmente haciendo.

Cuando ofreces soluciones espirituales a la gente —o soluciones de cualquier tipo para lo que sea, es lo mismo— les estás pidiendo que dejen de lado aquello que les hace sentir activos, vivos, definidos. La estructura de su ego. Ten cuidado: ¡es peligroso!

Bien, sólo para los principiantes; asuman que todo ser humano es un perfecto sea-lo-que-sea en este preciso instante. Todo estado de conciencia es perfecto y completo, y no necesita modificación. Y todo cambio de conciencia es perfecto y completo, y no necesita ser estático.

He intentado cubrir todas las posibilidades con un par de máximas:

Esté o no consciente de ello, soy uno con la causa de todo lo que existe.

Lo sienta o no lo sienta, soy uno con todo el amor del universo.