Capítulo 5: Cómo llegamos aquí

Tenemos una gran cantidad de ideas y nombres para referirnos a muchos tipos diferentes de conducta humana; sin embargo, gran parte de lo que hacemos obedece a ciertas leyes comunes de expansión y contracción. Como ya dije, estas leyes no surgen de algo externo a nosotros mismos. Si aceptamos la idea de que somos seres iguales, veremos que de ella se desprenden ciertas verdades en cuanto a nuestras interrelaciones. Podríamos llamar a estas verdades, la fuente de la equidad y la justicia; pero estos nombres no importan. Las cosas sólo son tal como tienen que ser para que este universo de vida exista. Parece inútil tratar de ser convincente acerca de esto con palabras, comparado con el entendimiento que obtendrás por ti mismo cuando vislumbres el orden y justicia divinos, meditando o elevado con psicodélicos. Sólo puedo ofrecer una limitada especulación acerca del modo en cómo estas reglas se evidencian en nuestra experiencia humana.

La idea de la igualdad ha sido frecuentemente interpretada como un descenso al mínimo común denominador, o el asentarse en un amorfo promedio general. La igualdad a la que me refiero es la unión de todos nosotros en el nivel más alto de conciencia, espacio puro, sin apego o resistencia, con total libertad de experiencia y conciencia, amalgamándonos unos con otros en el estado de éxtasis o de calma que elijamos. En todos los niveles de vibración inferiores al más elevado, existen ilusiones de cantidad y valor, de mayor o menor amor, inteligencia, y poderes. La apariencia que ofrecemos a los demás está dada por las vibraciones que escogemos destacar; pero, en lo que a potencial se refiere, somos todos iguales.

Si esto es cierto, ¿cómo logramos sumergirnos hasta tal punto en la masa que la realidad física nos parece la única realidad? ¿y que estos comentarios acerca del espacio nos parezcan una peregrina e inverificable fantasía? En cuanto a la verificación, pienso que el concepto de entidades iguales puede conducir a una reintegración de los datos de que hoy se dispone en la física, y que podremos entonces extrapolar a partir de esa información para describir las leyes de nuestras relaciones, en una escala universal. Mientras tanto y primeramente tendré que permitirme algunas burdas conjeturas acerca de la forma en cómo llegamos al nivel-masa.

Podemos comenzar con una paradoja del nivel más elevado: los seres expandidos, los que han abandonado toda resistencia, son también totalmente irresistibles. Los seres espacio son enteramente permisivos con otros seres; pero, cuando alguno de nosotros se contrae, se densifica al mismo grado de su contracción, y entonces es aparentemente propulsado por los seres-espacio. La experiencia de ser propulsado y luego forzado se debe enteramente a la densidad de los seres contraídos. Los seres-espacio no tienen intención alguna de propulsar o forzar a nadie a hacer nada en absoluto.

Todos los universos concebibles en todas las dimensiones concebibles existen en la Mente Única como idea pura o arquetipo. Cuando cualquiera de nosotros evita el estar dispuesto a crear cualquier aspecto de estas ideas o arquetipos, desciende a un nivel de vibración inferior. Como un ejemplo, imaginen que somos gran cantidad de seres energía, y que la idea del Perro Pluto nos resulta indiferente. Puesto que nuestra densidad es mayor que la de los seres-espacio, seremos propulsados por ellos, y apareceremos en el espacio como una imagen fluctuante y centelleante del Perro Pluto, quizás con aspecto de fuegos artificiales.

Imaginemos ahora que algunos de nosotros, más que indiferentes, negamos el concepto del Perro Pluto, retrayéndonos al nivel-masa. Nuestra masa, siendo aún más densa que la energía, se halla forzada a adoptar la forma negada, y a contemplar la manifestación física del Perro Pluto. De esta forma, lo que es negado en el plano conceptual —el nivel-espacio—, se vuelve manifiesto en el plano físico.

Por supuesto, la realidad no es tan clara y nítida, pero el ejemplo les dará la idea. El espacio parece propulsar energía y la energía parece forzar a la materia. Pero estas reacciones no podrían presentarse sin la densidad de los seres más retraídos. Al negar tu capacidad de crear un concepto o al rehusarle a otro la libertad de hacerlo, desciendes a un nivel de vibración donde no sólo es palpable el Perro Pluto, sino también muchas otras formas materiales. El negar la verdad es lo que abre la caja de Pandora.

No tienes que suponer que tú personalmente negaste todas las calamidades que ocurren en la tierra: si niegas el café, también te verás enfrentado en forma compulsiva a la realidad del té y del chocolate. Hubo algo que te trastornó, o, con mayor probabilidad, hubo toda una serie de ideas que no estuviste dispuesto a concebir o a amar; tus vibraciones bajaron gradualmente a un nivel-masa, hasta que te encontraste siendo un cuerpo. Pero no hay nada que te retenga en el nivel-masa, a pesar de todas tus experiencias de ser empujado y tirado por otras masas, por la energía y por el espacio. Es tu propia ignorancia, tu densidad, lo que posibilita que te empujen. Sólo siendo tonto puedes sentir dolor. El dolor es la sensación de no ser capaz de entrar en el mismo espacio con otros.

Pero todo lo que necesitas para librarte del dolor, para dejar de ser bobo, es estar dispuesto a darte cuenta de cualquier cosa que se presente a tu conciencia.

Existen muchas circunstancias más cercanas a la tierra donde podemos ver en acción el proceso de compulsión-por-negación. De todas las paradojas a las que nos vemos enfrentados en el plano material, el fracaso de las buenas intenciones es quizás una de las más asombrosas. Gente buena intenta hacer buenas cosas, y obtiene malos resultados. La juventud pacifista es encarcelada, se ataca a las comunidades espirituales y los jóvenes de la década del 60 dejan las flores para hacerse terroristas. Es frecuente en la historia de la humanidad que a un resurgimiento espiritual sucedan matanzas y persecuciones. Quizás ahora podamos entender por qué ocurren estas cosas.

Lo que no puedas pensar, no podrás controlarlo. Te tropezarás en tu camino con aquello que no puedes concebir en tu conciencia. Las personas violentas son, precisamente, las que en algún momento se negaron a concebirse como tales. También ocurre que, si no estás dispuesto a aceptar que la gente pueda ser víctima de la violencia, puedes transformarte tú mismo en su víctima, pues no estarás lo bastante consciente de ella como para evitarla. Todo lo manifiesto se origina en el espíritu: todo mal que se nos manifieste está ahí porque nos rehusamos imaginar la posibilidad de causarlo, o bien, porque negamos a algún otro la posibilidad de concebirlo. En breve, el camino de salida, por difícil que sea creerlo, no es una mayor resistencia, no es la modificación de los contenidos, sino la disposición a concebirlo, a amarlo, como debimos haberlo hecho desde un principio.

Desgraciadamente, la mayoría de las personas bien intencionadas intentan negar o eliminar lo que ya es manifiesto. Y muchos resurgimientos espirituales son una negación más profunda de las realidades de nuestro nivel de vibración.

¿Qué podemos hacer con el mal? Mucho, si nuestras mentes están claras. Mi frase inclúyelo-todo para esto es: «Yo no negaría esta experiencia a la Mente Única».

Una vez que te hayas aclarado al respecto, haz lo que sientas correcto. El mal aparece como una realidad secundaria sólo después que te has apartado hacia un nivel inferior de vibración. La seducción que ejerce el mal reside precisamente en que nos induce a eliminarlo.

Cuando tu conciencia se encuentra abierta, cualquier acción que emprendas en referencia al mal no tiene más significación que el cavar una zanja que canalice el agua de una inundación apartándola de una casa. Sin dudarlo un segundo, acude al médico cuando estés enfermo; deja fuera de combate al que trate de herirte; solicita a las personas desagradables que abandonen tu casa; inicia una revolución: tan sólo mantén tu percepción abierta todo el tiempo y reconoce que el mal se ha manifestado en tu vida debido a tu falta de amor. El verdadero enemigo —de haber alguno— está en ti, en tu falta de disposición a amar lo suficiente. Pero no existe juicio moral en nuestras experiencias con el mal. Si te rehúsas a admitir que los automóviles existen, uno de ellos te atropellará: no porque seas pecador o neurótico, sino sólo porque no ves a los automóviles. No los verás cuando se te acerquen.

Algunos creen que «los pensamientos son cosas», y que debes evitar los pensamientos negativos; de lo contrario, aparecerán en tu vida. Como ya hemos visto, los pensamientos son realmente poderosos cuando son los seres expandidos quienes los conciben. Sin embargo, fue justamente el intento de apartarnos de pensamientos lo que nos hizo encarnar en un nivel-masa. Si rehúyes los pensamientos negativos, se te manifestarán, tarde o temprano, en el plano físico. Tu resistencia al pensamiento negativo —estés o no consciente de ella— lo hace manifestarse en tu vida.

¿Qué estoy haciendo en un nivel de conciencia donde esto es real? Esto es lo primero que debes preguntarte cuando te percates de algo feo, malo o estúpido. Siempre nos encontramos rodeados de nuestros iguales, y la justicia del amor es siempre perfecta. El universo es un tapiz infinito de relaciones amorosas perfectamente ordenadas; y, cuando amas lo suficiente, subes de nivel. Ni siquiera es asunto de esperar que tu vida termine. Tu desplazamiento como ser no es horizontal a través del tiempo, por así decir. Todos los estados de conciencia se encuentran a tu disposición ahora mismo. Toda posibilidad del pasado o del futuro existe más allá del tiempo, está siempre allí en el No-Tiempo, y tú activas tu nivel de realidad por medio de tus propias vibraciones.

El ser lo que eres, es una joya de perfecto éxtasis. Te encuentras en el nivel de conciencia que tiene el máximo de placer y éxtasis que eres capaz de aceptar. Independientemente de lo que me digo a mí mismo o de lo que he vivenciado algunas veces, mi mayor placer, en este momento, es estar sin un centavo encerrado en un cuarto de San Francisco escribiendo este libro.

Prueba estas frases al meditar: Me entrego a esta realidad. No ofrezco resistencia a esta realidad. Soy uno con esta realidad Me entrego a la justicia de nuestra igualdad. No ofrezco resistencia a la justicia de nuestra igualdad. Soy uno con la justicia de nuestra igualdad.