Capítulo 1: ¿Quiénes somos?

Somos seres iguales y el universo es la relación que existe entre cada uno de nosotros. El universo está hecho de un solo tipo de entidad; cada ser está vivo, cada ser determina el curso de su propia existencia.

Esto es, en realidad, todo lo que necesitas saber para comprender este libro o para escribir el tuyo propio. Todo lo que digo tiene sus raíces en ese primer párrafo; puedes resolver cualquier duda volviendo atrás y meditándolo por tu cuenta.

El universo está hecho de un solo tipo de «lo-que-sea», que no puede ser definido. Para nuestro propósito; no es necesario intentar definirlo. Sólo es necesario asumir que existe sólo un tipo de lo-que-sea, y ver si esto nos conduce a una explicación razonable del mundo como lo conocemos.

La función básica de cada ser es expandirse y contraerse. Los seres expandidos son permeables; los seres contraídos son densos e impermeables. Así, por tanto, cada uno de nosotros, solo o acompañado, puede aparecer como espacio, energía o masa, dependiendo del grado de expansión o contracción elegido, y del tipo de vibraciones que cada uno de nosotros emite al alternar la expansión y la contracción. Cada ser controla sus propias vibraciones.

Un ser totalmente expandido es espacio. Puesto que la expansión es permeable, podemos estar en el «mismo espacio» con uno o más seres expandidos. En realidad, todas las entidades del universo tienen la posibilidad de transformarse en un solo espacio.

Experimentamos la expansión como darse cuenta, comprensión, toma de conciencia, o como queramos llamarlo. Cuando nos encontramos totalmente expandidos, tenemos la sensación de conciencia total, de ser uno con la vida entera. En ese nivel, no presentamos resistencia a ninguna vibración o interacción de otros seres. Es éxtasis perpetuo, con posibilidad ilimitada de elección de conciencia, percepción y sentimiento.

El espacio es un nivel de experiencia que cualquiera de nosotros puede alcanzar, pero es difícil hablar de ello en el plano donde estamos ahora, precisamente porque es ilimitado. El espacio es aquello que escoge los límites y formula las definiciones. Podríamos decir: la Mente Única puede vivenciar todas las experiencias, y la Mente Única es todos nosotros o cualquiera de nosotros en el nivel más alto de expansión. O bien, podríamos teorizar: Dios no podría crear algo que persista que sea más limitado que Él Mismo, pero si Él se duplica a Sí Mismo. El puede disfrutar de un universo persistente. Cada entidad, por tanto, es un duplicado de Dios, «creado» a Su imagen y semejanza.

No importa las palabras que utilicemos: nosotros existimos y el universo existe; y es posible comprobar esta idea de la expansión contracción dentro del campo limitado de lo que es real para nosotros como seres humanos, especialmente en estudios atómicos y subatómicos.

Cuando un ser está totalmente contraído es una masa de partículas, totalmente implotado. Dependiendo del grado de su contracción, un ser es incapaz de estar en el mismo espacio con otros, de modo que en la contracción se experimenta miedo, dolor, inconsciencia, ignorancia, odio, maldad y todo un conglomerado de extraños sentimientos. En el extremo, el ser tiene la sensación de estar totalmente demente, de resistirse a todos y a todo, de ser incapaz de elegir el contenido de su conciencia. Por supuesto, éstos son sólo los sentimientos apropiados para los niveles-masa de vibración, y puede salir de allí en cualquier momento, con sólo expandirse, con sólo abandonar toda resistencia hacia lo que piensa, ve o siente.

Un ser es energía cuando alterna la expansión y la contracción. Yo supongo que en el punto intermedio, cincuenta por ciento es expansión y cincuenta por ciento es contracción, así un ser sería lógico, no-subjetivo, carente de ego y predecible. Este puede ser el «cero», que es uno de los lados de las ecuaciones físicas de energía, como también la «muerte del ego» que atravesamos al expandirnos a niveles de conciencia más elevados.

Es importante tomar nota de que la energía no es una cantidad de algo «objetivo». La energía, como el espacio y la materia, es lo que muchos seres vivos están produciendo. Por lo general los seres-energía reaccionan frente a sus vecinos en una forma que es frecuentemente predecible y aparentemente automática, como una hilera de fichas de dominó que se desploman, una tras otra. Cuando se relacionen con seres-espacio, los seres-energía aparecerán elevados, vibrando a alta frecuencia, con una sensación cada vez mayor de libertad subjetiva. Relacionados con seres-masa, su energía será baja, vibrarán a menor frecuencia, con una sensación subjetiva cada vez mayor de compulsión y desorden.

El universo es una armonía infinita de seres que vibran en una elaborada gama de proporciones de expansión-contracción, modulaciones de frecuencia, etc.

Existe un conjunto particular de sentimientos e ideas que acompaña a cada variación, a cada combinación, a cada nivel de vibración. Desde cada uno de estos diferentes puntos de vista, existe también una percepción diferente del modo como otros seres se relacionan. La idea de estas posibilidades es tan abismante, el intento de comunicarlas en su totalidad por medio de la escritura es tan ridículo, que me resulta difícil seguir moviendo mi lapicera. Sin embargo, lo que intentamos es definir ciertas actitudes básicas que restablecerán la conciencia de nuestra libertad de movimiento dentro de este laberinto, o de elevarnos por encima de él.

Lo que necesitamos recordar es que nosotros, los pollitos, no somos los únicos que estamos aquí. El universo entero está formado por seres iguales a nosotros. Cada partícula de cada átomo es un ser vivo. Cada molécula o célula es una tribu de seres. La energía es la vibración sincrónica de muchos de nosotros. El espacio es una cantidad infinita de nuestros hermanos y hermanas en perfecto éxtasis.

No existe diferencia importante entre materia viva y materia muerta, pues ambas se componen de entidades vivas. No sólo la masa es convertible en energía, sino que la energía es convertible en espacio, y viceversa. Es el sustraernos al darse cuenta, es nuestra propia condición de masa lo que nos hace ver a nuestros hermanos y hermanas como materia objetiva, energía y espacio. Siempre estamos teniendo las experiencias y percepciones apropiadas a nuestro nivel de vibración.

Las mismas reglas se aplican a todos nosotros. Estas reglas no provienen de ninguna parte externa a nosotros mismos. Surgen de la verdad de que somos todos iguales y que tenemos el mismo rango posible de conductas y experiencias. Somos libres de hacer cualquier cosa que queramos, dentro de las necesarias leyes de nuestras relaciones como seres iguales. Y el amor debe ser la primera ley. El amor es la acción de estar en el mismo espacio con otros seres, lo que significa que el amor es real, tan real como nosotros mismos. El amor no es una idea limitada; es algo que hacemos, en un sentido último, con todo nuestro ser.

Quizás a muchos de nosotros nos disguste el lugar que ahora ocupamos en el universo, pero podemos estar seguros de que llegamos a donde estamos a través de nuestras propias decisiones de expandirnos al amor o de evitarlo.

El tipo de cerebro y cuerpo que tienes, tu familia y sociedad, el tiempo histórico en que naciste; sólo tú determinaste éstas y otras cosas, con tu grado de expansión, con tu disposición a amar. Nadie te hizo nada. Nadie te forzó. Existe completa justicia en lo que cada uno de nosotros experimenta en cada segundo del día. En cierto sentido, podemos estar tranquilos, porque nada es secreto, nada se pierde, nada se olvida, nadie queda abandonado.

Cada uno de nosotros es el mismo tipo de ser, capaz de fluir en total atención y conciencia o de sustraerse a ellas. Y eso es todo lo que necesitamos hacer: entregar una atención total, permisiva y amorosa a absolutamente todo lo que vemos en nuestras mentes, en nuestros cuerpos, en nuestro medio ambiente, en otras personas.

La expansión en el amor es algo que cualquier ser del universo puede hacer en cualquier momento. Una conciencia dispuesta nos llevará al cielo, una actitud amorosa nos hará libres. Nada más controla nuestro destino. El comportamiento malo o bueno es algo secundario. Cualquier cosa que hagas, ámate a ti mismo por el mero hecho de hacerla. Cualquier cosa que pienses, ámate por pensarla. El amor es la única dimensión que debe ser modificada. Si no estás seguro de lo que se siente al amar, ámate a ti mismo por no estarlo. No hay nada en el mundo que sea más importante que el amor que los seres conscientes sienten unos por otros, ya sea que se lo expresen o no.

No tiene sentido preocuparse o plantearse interrogantes acerca de condiciones espirituales peores o mejores, aunque ese juego está a nuestro alcance. No te será posible elevarte por sobre tu nivel actual de vibraciones hasta que ames tu actual situación.

Independientemente de tu condición espiritual y de tu lugar en el universo, tu elección es siempre la misma; expandir tu conciencia o contraerla. Y debes comenzar desde donde estás ahora. No hay nada malo en tu situación actual: es una de las infinitas experiencias que podemos vivenciar. Lo que tú eres, yo puedo serlo. Lo que yo soy, tú puedes serlo.

Lo que sea que hayamos hecho para apartarnos de la conciencia total de la Mente Única, lo estamos haciendo ahora. Lo que sea que estemos haciendo, siempre estará en nuestro interior, aún si no lo estamos haciendo; y, por tanto, no se trata de resistirlo, sino que de trascenderlo. Estos son recordatorios que utilizo con frecuencia: «Esto está siempre dentro de mí». «Esto también puedo conocerlo con total conciencia».

Podemos confiar en el flujo del universo. Si estas reglas respecto al amor son verdaderas, serán efectivas, ya sea que estemos o no de acuerdo con ellas, ya sea que estemos conscientes de ellas o no lo estemos, ya sea que utilicemos palabras para referirnos a ellas o no lo hagamos. La realidad del amor es algo que haces por ti mismo, con o sin palabras, y juzgas los resultados en base a tu propia experiencia. Toda información como ésta existe en el espacio en todo momento, y su realidad no necesita de libros. Está siempre en tu interior.

Se deduce entonces que no estoy escribiendo este libro basándome en ningún sentimiento de objeción a las actuales creencias de nadie. Más allá de todo razonamiento se encuentra el misterio del amor: tú sabes que todos somos iguales, que nadie en verdad necesita ayuda de nadie, que nadie necesita que se le diga algo o se le dé algo; y entonces, de todas maneras, actúas de la manera más compasiva, das lo mejor de ti por tus hermanos y hermanas. Yo estoy comunicando lo que me fue entregado cuando sentí que lo necesitaba: si yo sentí de esa manera, quizás a algún otro le ocurre lo mismo. Esta es una carta a mis hermanos y hermanas, una carta de amor que intenta mostrar cómo, cuando creímos que el amor no estaba funcionando, sí lo estaba, y perfectamente.

Es un interesante ejercicio mental el poner todo el juego al revés: el problema no es cómo liberarse del nivel-masa, cómo iluminarse. El verdadero interrogante es: si eres un ser totalmente libre y que se autodetermina, ¿cómo llegaste a encerrarte en un cuerpo para jugar juegos en el plano material? ¿Cómo lograste que tú y otros aceptaran este juego? ¿Cómo lograste hacer de ello algo compulsivo?

Varias veces, cuando he estado muy expandido, este pensamiento me cruza por la mente: si es tan fácil salir, podría igual volver a jugar el juego. Quizás ésa es la tentación última. Y quizás nadie quiere saber, en realidad, lo fácil que es; nadie quiere perturbar el juego. Todos podríamos estar jugando al hagamos como que creemos, que a las escondidas.

La realidad física es una de las peores películas de horror, y todos sabemos cuánto nos gustan las películas de horror. Si el universo, tal como lo vemos desde nuestro nivel de vibración, es ilusorio, sólo parcialmente verdadero, entonces ésta es una razón más para disfrutarlo y amarlo, en lugar de desesperarnos con él.

Todo lo que ocurre en el mundo puede ser vivenciado en cualquiera de los miles de niveles diferentes de vibración, desde el más eufórico hasta el más tenebroso. Somos totalmente libres de elegir el nivel que queremos. No necesitamos cambiar nada, salvo nuestra atención y nuestro amor, nuestra propia expansión y amor.

Dado que el universo está compuesto sólo de seres vivos, y que cada uno de ellos controla su propio nivel y sus propias relaciones, no hay absolutamente nada en el universo que deba ser, de un modo u otro, corregido. No tenemos que hacer absolutamente nada al respecto. Existe conciencia por todo el universo, y podemos confiar en que todo ser vivo decida por sí solo. Independientemente del modo como lo veamos, el amor nunca pierde el control: las leyes de nuestras relaciones son tan honestas y exactas como las leyes de la física.

No puedo decir que conozca todas estas leyes. Pero todos sabemos, en algún grado, que estamos obteniendo exactamente lo que merecemos.

La armonía es infinita, única y divina. ¿Cuál crees que es tu lugar dentro de ella? No seas demasiado duro contigo mismo. Un poco de amor da para mucho.