[1] Se ha denominado «efecto pigmalión» a un suceso en el que la creencia que una persona tiene sobre sí mismo o sobre otra persona influye en el rendimiento propio o en el de la persona sobre la que se tiene una determinada creencia. En la práctica se puede presentar de tres modos: como un suceso por el que una persona consigue lo que se proponía a causa de la creencia de que puede conseguirlo. O bien, cuando el conjunto de las expectativas y previsiones de los profesores sobre la forma en que de alguna manera se conducirían los alumnos, determina precisamente las conductas que los profesores esperaban. O bien, al modo de una profecía autocumplida, esto es, una expectativa que incita a las personas a actuar en formas que hacen que la expectativa se vuelva cierta. De allí que el conocimiento y estudio del efecto pigmalión sea de importancia para los profesionales del ámbito educativo, laboral, social y familiar. En cuanto a su origen, el «efecto pigmalión» toma su nombre de un mito griego en el que un escultor llamado Pigmalión se enamoró de una de sus creaciones: Galatea. A tal punto llegó su pasión por la escultura que la trataba como si fuera una mujer real, como si estuviera viva. El mito narra que la escultura cobra vida después de un sueño de Pigmalión, por obra de Afrodita, al ver la diosa el amor que éste sentía por la estatua que representaba a la mujer de sus sueños. (N. del E.).<<
[2] En el original, humming presenta una clara semejanza —por homofonía— con om-ling; esta cercanía se diluye inevitablemente en la traducción. (N. del T.).<<