SEÑORITA PRINGLE
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—¡Aquí viene el Sol! ¡Qué extraño: qué rápido parece ascender en este mundo que rota con lentitud! Pero claro: el disco es tan pequeño que todo él surge en el horizonte en un abrir y cerrar de ojos… No es que represente mucha diferencia en lo concerniente a la luz: si no se estuviera mirando en esa dirección, nunca se advertiría que hay otro sol en el cielo.
»Pero espero que los europanos lo hayan advertido: por lo regular les toma menos de cinco minutos empezar a salir a la orilla después de la Pequeña Alborada. Me pregunto si ya saben que estoy aquí, y están asustados…
»No… podría ser exactamente al revés. Quizá sean inquisitivos, quizás hasta estén ansiosos de ver qué extraño visitante ha venido a Tsienville… casi lo prefiero…
»¡Aquí vienen! Espero que sus satélites-espía estén observando… Cámaras del Falcon grabando…
»¡Con qué lentitud se desplazan! Temo que va a ser muy aburridor tratar de comunicarse con ellos… incluso si quisieran hablar conmigo…
»Bastante parecidos a la cosa que hizo volcar la Tsien, pero mucho más pequeños… Me hacen pensar en arbolitos que caminan sobre media docena de troncos delgados. Y con miles de ramas que se subdividen en ramitas, que se subdividen otra vez… y otra vez. Igual que muchos de nuestros robots para aplicaciones generales… ¡cuánto tiempo tardamos en darnos cuenta de que los humanoides de imitación eran ridículamente torpes, y que la manera adecuada de caminar era con innumerables manipuladores pequeños! Cada vez que inventamos algo, descubrimos que la Madre Naturaleza ya pensó en eso…
»¿No son encantadores los pequeñitos, como diminutos arbustos en movimiento? Me pregunto cómo se reproducen… ¿brotación? No me había dado cuenta de lo bellos que son. Casi tan coloridos como arrecifes de coral, y quizá por las mismas razones: para atraer una pareja o para engañar a los depredadores, simulando ser alguna otra cosa…
»¿Dije que parecían arbustos? Pues digamos que parecen rosales: ¡realmente tienen espinas! Debe de haber un buen motivo para ello…
»Estoy decepcionado: no parecen haber advertido mi presencia. Todos se dirigen hacia la ciudad, como si una nave espacial visitante fuese un hecho cotidiano… sólo quedan unos pocos… quizás esto funcione… Supongo que pueden percibir vibraciones sonoras, la mayoría de los seres marinos puede hacerlo, aunque esta atmósfera tal vez sea demasiado tenue como para trasportar mi voz muy lejos…
»FALCON-PARLANTE EXTERNO…
»HOLA, ¿PUEDEN OÍRME? MI NOMBRE ES FRANK POOLE… EJEM… VENGO EN PAZ, EN NOMBRE DE TODA LA HUMANIDAD…
»Me hace sentir bastante estúpido, ¿pero alguien puede sugerir algo mejor? Y quedará bien para el registro…
»Nadie presta la menor atención. Tanto los grandes como los pequeñitos, todos reptan hacia sus iglús. Me pregunto qué hacen realmente cuando llegan ahí: quizá deba seguirlos. Estoy seguro de que sería del todo seguro; puedo desplazarme mucho más rápido que…
»Acabo de tener un divertido recuerdo súbito: todos estos seres yendo en la misma dirección… parecen los empleados que dos veces por día se desplazaban en masa entre la casa y el trabajo, antes que la electrónica lo hiciera innecesario.
»Probemos otra vez, antes que desaparezcan todos…
»HOLA, HABLA FRANK POOLE, UN VISITANTE DEL PLANETA TIERRA. ¿PUEDEN OÍRME?
—TE OIGO, FRANK. SOY DAVE.