Prefacio
Ya he escrito, en otra ocasión, que mi trayectoria como editor está salpicada de momentos en los que tengo la sensación de que ha ocurrido algo muy especial.
Con motivo de esta segunda y especial edición de Los dragones de Éter. Los cazadores de brujas, aquí estoy para confesar que, al conocer el universo literario creado por Raphael Draccon, la sensación que experimenté no fue distinta a la escrita más arriba.
Este libro, de cuya primera edición tuve también el placer de ser editor, contiene la iniciación a un mundo fantástico de analogías y referencias capaz de sorprender a cualquier lector, sea escéptico o espiritualista, joven o viejo.
Y la sorpresa es todavía mayor cuando se sabe que Raphael Draccon es un joven brasileño que se impone en un género ampliamente dominado por los escritores extranjeros. ¿Loco? ¿Pretencioso? No. Raphael Draccon y Los dragones de Éter están a la altura de las mejores producciones del género.
Cuando lo leí por primera vez me dio la impresión de estar en una taberna de Nueva Éter, escuchando cuentos de boca de un bardo, de esos que saben construir personajes complejos, que no son buenos ni malos, o que son buenos y malos al mismo tiempo.
En el fondo Raphael es precisamente eso, un bardo de nuestro tiempo.
PASCOAL SOTO