28

–¡Ariaaane! ¡Despierta, Ariaaaneee! —creo que es muy claro que João Hanson levantó a toda la casa de los Narin, puesto que Ariane no era la única que aún dormía a aquella hora. A ella y a su madre les había costado mucho hacerlo la noche anterior, a causa del trágico acontecimiento que les sucedió.

Anna fue a la puerta y le pidió a João que esperara un poco. María no estaba con su hermano en ese momento, sino a media calle, observando a los transeúntes que iban hacia el centro comercial. Sólo parecía esperar que João llamara a Ariane, y aún así lo hacía con cierta aprehensión y ansiedad.

Con cara de sueño, Ariane abrió la puerta de la casa y entrecerró los ojos para acostumbrarse a la claridad del Sol. Cuando lo hizo, miró a João, que parecía muy ansioso en el umbral.

—¡Vístete, rápido! —dijo João con apremio—. ¡Todo el mundo está corriendo al centro comercial!

—¿Eh? ¿Ahora qué pasó? —Ariane perdió el sueño en un segundo.

—Capturaron a otra bruja. ¡Y los verdugos la quemarán dentro de poco en medio de la plaza!

Uno de los platos que Anna Narin enjuagaba en ese momento chocó contra el piso debido a la acción de la gravedad y se partió.