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Mamut de guerra… Primero déjenme explicar, para el que no lo sepa, qué es un mamut: se trata de un descendiente de los elefantes —tal vez sea al contrario, en cuyo caso me disculpo—, más fuerte y de mayor tamaño, con la suficiente grasa corporal para protegerlo del frío que asuela las regiones donde se originó y con un pelaje atípico en sus descendientes. Se trata de animales en extremo inteligentes y dóciles cuando están bien entrenados y se les da buen trato.
¿Y cuál es exactamente la diferencia entre un mamut normal y otro de combate? En primer lugar, el porte físico. Recuerda que la montura del trol Muralla era un mamut adolescente, que incluso así lo soportaría con tanta competencia como lo haría un adulto. En segundo, la conciencia. Como he dicho, se trata de animales en extremo inteligentes, y ese tipo en específico era entrenado desde una edad temprana por adiestradores competentes para desarrollar en él el pensamiento de un guerrero. Por lo tanto, sabía identificar a un enemigo y una emboscada, así como grabarse con exactitud el rostro de sus atacantes e incluso reconocer los uniformes en el campo de batalla.
Por lo tanto, resultaba del todo adecuado que Muralla viajara en uno de ellos. Sin embargo, como los mamuts de combate adultos son muy raros —Andreanne no poseía ni un ejemplar—, lo haría en aquel adolescente tanto por sus dimensiones como por las ventajas que ofrecía siempre y cuando no se viera obligado a cargar con peso extra. En ese caso, con sus ciento y tantos kilos a cuestas y el entrenamiento con que contaba, aquel mastodonte, nombrado cariñosamente Pacato, no dependería del corcel Boris para soportar el peso extra, además de Axel.
Mientras observaba cómo las dos monturas que lo transportarían a él y a su guardaespaldas eran preparadas para el día siguiente, el príncipe llamó a uno de los siervos reales y le pidió discretamente un favor a cambio de algunas reinas —que significaban pocas monedas para un príncipe, pero demasiadas para un siervo.
Acto seguido un caballo que no era un corcel, pero que aun así contaba con la velocidad y las características suficientes para cumplir su tarea, montado por un sonriente siervo, partió a toda prisa del Gran Palacio a fin de cumplir con unas interesantes órdenes reales.