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El ataque, de origen súbito y tenor avasallador, resultó intenso; el número de hombres perdidos, mínimo, y el dominio, insuperable. El galeón proveniente de los mares de Stallia con destino al puerto de Andreanne fue tomado por los piratas de Jamil Corazón de Cocodrilo sin que tuviera la oportunidad de descubrir el origen de los ganchos, las cuerdas, los gritos agudos o el olor de la pólvora que precedió a los rugidos y a la destrucción. Sin participar en el asalto, James Garfio se habría sentido orgulloso y habría inventado que todo lo que su hijo sabía lo había aprendido con su padre, si bien todos sus hombres sabrían que eso era mentira.

Y no sólo tomaron el galeón de Stallia: dos cargueros, cada uno con casi treinta soldados, originalmente con el propósito de proteger al galeón real, también fueron abordados. El primero poco después del inicio del combate, por la vanguardia del galeón pirata, mediante un abordaje bien planeado; los otros, por parte de antiguos y experimentados hombres de mar, cuya estrategia más parecía una versión salvaje de los soldados reales de élite.

En ese momento la ciudad de Andreanne comenzaba a dormir, y ninguno de sus pobladores imaginaba que en los mares allende la ciudad capital y el reino se consumaba el primer paso hacia un negro futuro. Si hubiesen conocido el significado de la toma de aquel galeón en aquella noche por la banda de Corazón de Cocodrilo, nadie en Andreanne habría conciliado el sueño.

Créeme, nadie lo habría logrado.

Fuese hombre, fuese padre, fuese príncipe.

O fuese el Rey.