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Y Ariane Narin le agradeció al niño-espectro, el espíritu mudo, por haberla ayudado y guiado a João Hanson hasta ella en el momento en que más lo necesitaba.
—Aquel árbol ya no es mío ni de él, Mudito. Ahora es tuyo. Quiero decir: también es nuestro, claro. Pero también tuyo. ¡Te lo estamos regalando!
El muchacho pareció sonreír y se fue.
«¿Un pino? Qué perfecto…».
Aun en la condición de magia verde que lo ataba a semejante situación, aquella resultó una gran satisfacción.
«Ellos simbolizan la fe y la esperanza, además de servir como metáfora para el árbol de la vida».
Aquella noche él llegó a aquel árbol y pasó el dedo sobre el tronco del lado opuesto donde estaban grabados los nombres de João y Ariane.
«En algunos lugares les dicen “siempre verde”».
El dedo dejó grabado su apellido en aquel árbol:
Geppetto.