15
No todo estaba bien aún. Ariane volvió a casa con sus padres, y todos se sentían bastante satisfechos con la fiesta sorpresa de cumpleaños para el joven Hanson, principalmente por su reacción ante la misma. Habían visto a Ígor Hanson en su cama, enflaqueciendo frente a una enfermedad difícil de explicar, y entendieron cuando el muchacho no quiso ver a su padre.
Al menos no todavía.
Pero cuando llegaron a casa y Golbez Narin se retiró para cambiarse de ropa, Ariane llamó a su madre a un rincón, con la típica expresión asustada de quien habla realmente en serio.
—Madre. —Ariane miró alrededor, como una paranoica, para asegurarse de que su padre no estaba cerca. Jaló a su madre a un rincón aún más apartado de la casa. Y dijo susurrando—: Madre, la vi, madre…
Anna Narin, percibiendo la seriedad de su hija, puso una expresión grave y preguntó:
—¿A quién, Ariane?
—A la Banshee.
Ana Narin sintió que los cabellos se le erizaban.
—¿Dónde?
—En casa de los Hanson.
Una pausa para tomar un poco de aire y luego:
—¿Ella estaba llorando?
—Todavía no.
—¿Qué hacía?
—Esperando.
Anna se sintió espantada. En definitiva, la Banshee no solía pasar más de un día y una noche esperando por un condenado.
—¿Y dónde aguarda?
—Sentada afuera del cuarto del señor Hanson, abrazando sus rodillas como si fuera una niña castigada. Ella me vio, se me quedó mirando, pero no dijo nada. No lloró, pero tampoco sonrió.
—Es difícil imaginar a la Banshee sonriendo.
—Si está allí esperando, ¿por qué no entra de una vez en el cuarto del señor Hanson, madre? —preguntó la chica, asustada.
—No sé, Ariane. En verdad no sé.