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Ya había amanecido. Sin embargo, en aquel lugar, donde siempre había sombras, nadie parecía saberlo.
—¡De pie! —gritó él, caminando entre ya casi cinco centenares de niños de la calle.
Los chicos se levantaron somnolientos. Todos percibieron o tropezaron con algo que estaba frente a ellos. Al verlo mejor, descubrieron que se trataba de dos pedazos de madera, del tamaño de un antebrazo, para cada uno.
—Tomen los pedazos de madera frente a ustedes.
Liriel contempló sorprendida la escena, y entendió cuál era la próxima fase de aquel plan cada vez más sin control.
Snail Galford sacó dos cuchillos bien afilados de su gabán y dijo:
—Esos pedazos de madera serán sus láminas. Aprender a usar los cuchillos es como tratar con dos bailarinas.
Las láminas rozaron una en la otra y sacaron chispas.
—Y en este momento es hora de que ustedes las enseñen a bailar.