33
María Hanson llegó a casa, jadeante, aquella noche, y descubrió que su madre la esperaba nerviosa. A petición de Érika Hanson, dos niños habían corrido hasta el centro para buscarla, con órdenes de decirle que una cosa horrible estaba ocurriendo.
María entró a la casa con el corazón en la boca, rezando a sus semidioses para que la situación no fuera tan mala como se imaginaba.
Su madre le gritó cuando la escuchó entrar.
Y María Hanson descubrió qué era.