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Con lágrimas que se mezclaban con la lluvia, los arzallinos que esperaban la muerte vieron que sus fallecidos eran devueltos al mundo espiritual, y en seguida marcharon al lado de su rey en dirección a las empalizadas, de donde retiraron los estandartes de guerra y dijeron al mundo quién había ganado la gran batalla de aquella Primera Guerra Mundial. Los sobrevivientes se abrazaron y rezaron por los muertos y siguieron llorando sólo porque estaban vivos para celebrar la vida en un mundo rodeado de muerte.
Aquellas empalizadas tenían la forma de círculos, y en ese momento así parecía ser la forma del mundo. La forma de círculos de guerra. De círculos de sangre. De círculos de acero. De círculos de runas. De círculos de muerte. Pero el enlace formado por los brazos de los vivos recordaba otros sentimientos. Recordaba la forma de círculos de corazones que latían con fuerza. Y batían vivos, bendecidos por semidioses.
La forma de círculos de esperanza.
La forma de círculos de la vida.
La forma de círculos de lluvia.