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De regreso en Nunca Jamás, Axel Branford observaba al rey Peter Pendragon sujetar como animales a sus seis elfos crecidos y animalescos con correas formadas por gruesas cadenas.
Incluso había aprendido sus nombres: Tootles, Nibs, Slightly, Curly y los gemelos Twin.
Esas eran sus seis criaturas salvajes. Sus seis elfos crecidos.
—¿Irás conmigo? —preguntó Peter a su hermana y princesa élfica Livith, esposa de Axel Branford. El príncipe de Arzallum se encontraba al lado de ella en uno de los balcones de la Torre de Vidrio.
—Si crees de corazón que este es el momento…
—Iré allá y traeré lo que es mío.
—¿No hay vuelta atrás en tu decisión?
—No. Es ahora o nunca.
Entonces la princesa Livith se volvió hacia el horizonte del balcón.
—Elfas amazonas —dijo, en un grito que resonó con furia—. Nunca Jamás irá a la guerra.
Mil quinientas elfas amazonas, vestidas con armaduras feéricas, pisaron el suelo en un único toque militar y levantaron las varas mágicas de guerra que llevaban en las manos.