29

Nadie dejará este salón —dijo el señor Tulan al grupo de María Hanson, listo para salir—. No hasta que yo lo permita.

María, asustada, miró a Casanova, igualmente preocupado.

—¿Usted es de la Guardia Real? —preguntó Giacomo Casanova, con mirada seria.

El señor de barba malhecha y varios agujeros en la piel del rostro sonrió. Y lo hizo con ironía.

—Muy por el contrario —respondió.

«Muy por el contrario».

Así comenzó la pesadilla en Andreanne.