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En Nunca Jamás se había convocado en forma precipitada a los elfos por orden directa de su rey. Las elfas amazonas se hallaban presentes, pero nadie, fuera niño o adulto, comprendía el motivo de tamaño alarde ante un rey que hacía mucho no demostraba voluntad en sus decisiones.

Mientras llegaban flotando de todos los rincones de Nunca Jamás hasta un estrado donde su rey esperaba al lado de Axel, la voz del soberano preguntó:

—Príncipe —y Axel sintió el precipitado cuidado de algo que sería cuestionado.

—Su majestad.

—Si no lo tomas como una falta de delicadeza, me gustaría hacerte una pregunta.

—En este momento somos de una misma familia, rey Pendragon. Nada que sea importante para ti será falta de delicadeza para mi persona.

Incluso con el incentivo Axel percibió que Peter Pendragon sentía temor de emitir la pregunta.

—Los…

—Dime.

—Los hermanos de Wendy, los Darling, ¿conocen su paradero?

Axel sonrió y suspiró levemente, con la satisfacción de un hombre capaz de aliviar un pedazo de un corazón amargado.

—Michael y John ya alcanzaron la mayoría de edad y eligieron caminos de guerra, en recuerdo de la existencia de su hermana.

—¿Estás diciendo que se convirtieron en guerreros?

—Caballeros, su majestad. Mas no caballeros cualquiera.

—¿En qué clase de caballeros se convirtieron?

—En caballeros rojos. Caballeros de Helsing. Cazadores de Brujas.

Al rey Peter Pendragon esto pareció gustarle y sonrió. Mostró los colmillos, esta vez en una reacción poderosa que reflejaba la parte de un alma que volvía a gustar del mundo. Al frente, decenas de pequeños elfos esperaban sus palabras, al igual que decenas de elfas amazonas.

Era el momento de convocar a Nunca Jamás para la guerra.